sábado, 11 de diciembre de 2010

Sábanas manchadas y frías.

0

Un punto. De él surgen unas delgadas y casi invisibles lineas que van marcando los tejados y veredas de esta bella ciudad. Se alzan los edificios con sus contornos perpendiculares a los trazos del dibujante. Perspectiva. Se situan diferentes elementos en diferentes distancias. Se forja una hilera de casas que acaba con una vacía plaza a la derecha. Qué haré con ella. No lo sé pero se conforma una esquina. Una esquina. Que dependiendo de donde se le mire puede forjar otro punto y comenzar todo este juego otra vez. No, que asqueroso sería tal enredo. Surge una iglesia en la esquina con sus grandes gárgolas aborrecibles y respetables de una arquitectura exquisitamente contemporánea con reminiscencias de modernismo, un toque de la escuela de Bauhaus y sencillamente su atrocidad dada por Gaudi. Todo se complejiza, pero a la vez su por qué no deja de ser el mismo.  Un punto. Se volcán nuevas lineas en la esquina, marcan los mínimos y máximos de una esfera que se va conectando con un torso, unas piernas, unos brazos y una cintura, toda de negra. Me he creado al fin. Un punto falso. Porque del hombre aparecen muchas lineas más pero que solo las divisa el hombre. Cree nacer todo de si. Iluso. Un punto que forja un pseudo punto que se olvida del punto inicial. (;) Desdichado se ve, me veo, te ves. Parado en la agonizante esquina. Nuevos trazos surgen y conforman un auto gris que conduce a muy leve velocidad. Se detiene frente al sujeto, frente a mi, frente a usted. Súbete, tengamos sexo; decía una señorita al interior del asiento de atrás. Se subió, me subí, te subiste y comenzó a andar el auto sin ningun conductor, (a andar el autor sin ningún hilo conductor). Paramos en un motel. No me importa saber quien eres, mi nombre es Soledad; Soledad Vargas. ¿Soledad de vergas? ¡No! Soledad Ver.. digo Vargas. V-A-R-G-A-S. No tienes porque herir mis sentimientos, no podrías además. Suena un Jazz de fondo, el viejo tocadiscos todavía funcionaba. Ya los trazos de la mujer no se veían, sólo se notaba como su piel se desnudaba lentamente y se sacudía en un frenesí, de eso se trataba la vida. Se desabrocho el sostén que era de aquellos que se hacia por delante, lo que comenzó a revelar lentamente sus tiernos pechos. Con un brazo ocultaba sus senos mientras con la otra se disponía a bajarse los calzoncillos, digo calzones o collales. Unos rayados color negro con esos finos bordes de mil flores diminutas. Cayeron suavemente al piso manchado de quizás que cosas y Soledad comenzaba el ritual. Se acerco a él y le tomo una mano para llevársela a su vagina. Yo sabía que tenía que hacer y no era nada tonto, había que actuar. Así me gusta. ¿Te gustan mis pechos? Tú respondías que sí tímidamente entonces él la tomaba de sorpresa y la tiraba contra la cama, le abría las piernas e introducía su miembro de un viaje, se movía de un lado a otro con gran presteza en un delicioso vaivén irrepetible. Al cabo de unos treinta segundos, no me podía aguantar las ganas y el deber de eyacular. Perdona le dije, soy Aries. Se rió y me hirió mi orgullo así que salí de la habitación y me escondí en el hall mientras tu la tomabas del brazo y le enseñabas lo que era el buen sexo. El punto ya se había olvidado, ya no tenia sentido en esta historia. Así que enfurecido, tiró trazos por todos lados atravesándolo todo. Él murió al instante. Lo hice con Soledad antes de irme. Tú sabes que al día siguiente despertaras en tu cama solo, vacío pero ocupando espacio, pero respirando, como todas las noches lo has estado, y sentirás la sensación de crear, de inventar(te) un nuevo mundo, un nuevo punto de escape, de fuga.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Razonamientos sin sentido

0

El lenguaje no lo debiésemos concebir como una imagen de algo, sino como la apariencia, según nosotros, de ese algo. ¿Pero qué sucede con todas esas palabras que no remite y precisamente su intención es no remitir a nada? Bueno si para existir conocimiento tiene que haber duda, pues para existir lenguaje debe existir lo indecible, y justamente el lenguaje versa sobre ello. Para que se defina ese prado iluminado debemos postular lo oscuro del mismo. Por lo que el sin sentido es la apariencia de aquello incognoscible o inexistente. ¿Por qué existe algo y no más bien nada? Porque la nada no existe.
Cuando asumimos que hay cuarto vacío debemos situarnos fuera del cuarto ya que si estuviésemos dentro de él ya no estaría vacío, pero al situarnos fuera de este ya perdemos toda objetividad de conocer la realidad. Lo mismo sucede con el pensamiento. Para conocer el lenguaje del perro debemos salir de nuestro mundo creado como humanos pero al salir de este ya no podemos manifestarlo desde nuestro lenguaje por lo que convierte todo el acto en una contradicción. El destino de la razón es acabar en la sin razón. La vela de Descartes, en sí misma no es vela, es y si no fuese no la pudiésemos presentárnosla a nosotros mismos bajo la apariencia de una vela. Este mundo que lo capturamos muy caótico, tratamos de resumirlo en conductas, en lineas y contornos repetitivos y evidentes pero no dejan de ser apariencias que nosotros queremos, ya sea conscientemente o inconscientemente, que sean. Si se trata de lo que no podemos hablar, es mejor quedarse callados se le imputa a un escéptico pero el punto esta en que si dejamos de hablar de ello, no solo nos olvidaremos de eso, sino que también aquello deja de aparecernos no por voluntad propia sino nuestra. Entonces la filosofía que es el estudio del saber y por ende de lo que no puede ser conocido, es un intento sin sentido desde el principio, imposible de cumplir su objetivo precisamente porque se funda en que existe la imposibilidad, dicho de otro modo, parte del supuesto de que existe la nada pero a la vez busca algo en ella. Es como si nos encontrásemos armando un enorme puzzle en donde todas las piezas son iguales de tamaño, forma y color; con la fija idea de que debe existir un orden de las piezas, o aún más simple, de que tienen que unirse para conformar algo. La triste realidad nos enseña que no hay tal cosa, que no hay una forma de armar el rompecabezas ni tampoco ninguna, que no hay buenos ni malos caminos, que no existe el bien o el mal. No hablo de relativismos, eso sería caer en lo mismo. Digo que de haber algo detrás de estas palabras el que ustedes las entiendan o no resulta irrelevante, por lo que lo que yo desee con ellas no cambian en nada la situación. La nada no existe, estoy determinando a "la nada" cualitativamente pero precisamente descartándola de la cualidad más determinante de todas, existir, develarse. El lenguaje si lo llevamos al teatro son esas mascaras, esas apariencias que se intercambian, se moldean y se relacionan. La nada no existe en el teatro así como en todo. No hay algo más allá de apariencias que ven los ojos humanos. Y gracias a que no hay algo imposible de aparentar, gracias a que todo puede ser "conocido" es que siempre existirá la duda. Gracias a la inexistencia es que existimos. No se trata de un limite sino de un contorno que es interpretable, de no haber tal contorno no podríamos distinguir ni lo mas mínimo. No existe la nada, no existe lo incognoscible... no digo con esto que todo sea conocible o que todo es. Trato de decir que cuando mencione la pregunta ¿por qué existe algo y no más bien nada? quería preguntar más hondamente ¿cómo podría existir la nada? llegando a la conclusión de que no puede haber ninguna manera por lo que llegamos a la respuesta de la primera pregunta: porque no puede no existir algo. La nada, lo único que no se encuentra determinado, puede y efectivamente debiese no existir. Y algo no puede ser nada. Siento que me contradigo ferozmente. Como dije antes, la razón sólo acaba en la sin razón. no existe un orden dado que no existe la nada.  No hay una determinada posición para cada pieza del puzzle ni tampoco ninguna posición, ambas opciones son absolutas y lo absoluto no existe en la realidad. Me canse, juzgue usted.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Profundamente vacío

0



Dedicado a 
mi eterno fetiche,
esa pequeña dionisíaca.


¿Quién soy? El hombre quedó con esa interrogante por varios meses, hasta que ya hastiado del pensamiento tormentoso y punzante, se dirigió al mar. En la arena, divisó como una boya roja se agitaba sin descanso a lo lejos. Se sacó su camisa, botón por botón y se desabrochó el pantalón. Dejó escondidas sus prendas entre unos matorrales  y libre de todo peso comenzó a nadar. Estaba muy helado el ponto, tan gélido como su razón, como su sin razón. Ya unos metros adentro, la marea lo desviaba,  la sal le ardía en sus heridas y sus piernas le empezaban a recordar el sabor amargo del desgaste de toda una vida huyendo. De pronto algo le agarró el pie, él no reaccionó. Se iba hundiendo en el triste y grisáceo mar, sin saber por qué, sin necesitar el por qué. La boya ya se lograba mirar desde abajo pero ya no le importaba, la razón inventa muchas tonteras mas la voluntad es la que resuelve al final. Y se iba hundiendo, se iba ahogando, se iba muriendo. Una enormidad de peces lo iba acompañando en su periplo, una ballena se hacia presente metros más adelante con su bello canto y hasta tiburones lo rendían honores mientras el seguía hundiéndose en la inmensa profundidad de la abundancia. Sentía como sus pulmones, faltos de oxigeno, comenzaban a flaquear, parecía el final pero no. Era una falacia, un feroz montaje de sujetos cobardes. Dejó de respirar, mas siguió vivo. Sus pies se fueron uniendo y su cuello se alargaba lentamente. Se adaptaba al medio con movimientos ágiles y delicados entre medio de los corales submarinos. Un gran ojo entremedio de unas fosas lo invitaba a seguir hundiéndose. Un enorme cachalote perdido de la historia hacia retumbar las enormes masas de roca dura que encarcelaban su monumental cuerpo. El hombre, que ya sin rumbo, que sin necesidad, vagaba mirándolo con atención; al cabo de unas horas logró retirar todos sus barrotes de piedras ancestrales. Todo el mar se estremecía, el gran gigante olvidado por fin era liberado de su prisión. Se generó un gran movimiento de tierra y bastó tan sólo un segundo para que el coloso ya no estuviese donde tenía que estar, en donde ahora se lograba ver un pequeño cofre bien decorado como desteñido ya de tantos años oculto. Se acercó curioso a abrirlo pero la profundidad ya era demasiada, las atmósferas le aplastaban cada hueso o lo que quedaba de ellos. Retrocedió. Pero no tenía nada que perder, ya había dejado en alta mar todo su antiguo ser. Así, en su ultimo aliento se sumergió en la fosa mas profunda de los mares para abrir aquel enigmático cofre. Sus brazos no lograban levantarse ni sus dedos podían mover  el candado ya vencido, aún así luego de morir en el intento, su cuerpo ilógicamente empezó a hundirse en un frenesí, tanto así que golpeó con su cuerpo inerte el cofre, el cuál comenzaba a abrirse lentamente liberando miles de burbujas que nunca habían logrado surgir en el tiempo. Su cuerpo quedó a orillas del mítico cofre, que no poseía ni oro ni cualquier otro metal precioso,  poseía a la nada. El hombre nunca merecía, ni tampoco quería saber que su gran epopeya se fijaba en pos del vacío, de ese que lo llena todo en la profundidad de su lejanía. Se volvió a cerrar al cabo de unos minutos y el cuerpo del hombre iniciaba su recorrido a la superficie, la física volvía a ser la misma, tan lógica y tan innecesaria. Su cuerpo volvía a ser el mismo, sus pulmones volvían a pedir aire y los difusos rayos del sol le devolvían la vida de a poco. Abrió los ojos. Apareció tirado en una incomoda arena con las olas golpeándole el rostro en un ir y venir constante. Quizás cuánto tiempo he estado así. Estaba entumecido, se levantó y comenzó a caminar por las orillas del mar. Encontró en unos matorrales unas prendas de vestir que le quedaron un tanto grandes pero que igual le sirvieron para abrigar su cuerpo. De a poco se fue alejando del mar dando pasos en sentido contrario pero que solo lo llevaron a más arena, dunas y un ardiente astro  Todo era desierto cuando pensó. ¿Quién soy?...
 Soy un pequeño cofre, profundamente vacío, perdido y olvidado por Cronos y tantos otros, con el único consuelo de que me buscaras una y otra vez sin saberlo, ni pensarlo, sin siquiera recordarlo; ahora muere, te exijo que mueras para que vuelvas a vivir.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La razón tiende a la contradicción.

0

¡Somos libres!
Pero por tiempo limitado.
Qué hacer entonces,si la libertad no me dice que hacer, si la libertad no es más que la obligación a escoger,
¡Razonemos!
Inventemos teorías, morales y éticas, que nos hagan creer ser algo más, que el tiempo no se va acabar, que seguirán girando las manecillas a tiempos remotos y felices, apasionémonos con la idea, la idea nos apasiona, tanto que se vuelve natural, como sabia de árbol, que nos baña, nos mima y nos domina, la idea se hace estructura y la estructura se hace coacción.
¡Rayos ya no somos libres!
Acabemos con lo sagrado, lo más alto, la religión; acabemos con lo calculado, aquel buho con corbata, ese Estado, fiel controlador; acabemos con lo indeterminado, el no-yo, la efímera alteridad que me hace temblar y pensar que puedo errar.
Sacrifiquemos lo no-humano, partamos del supuesto que el hombre produciese algo así,
creamos que matamos corderos, vacas y no-hombres; tan sólo un momento, es imperioso eliminar lo imperioso.

...

¡Soy libre!
¡Somos libres!
Pero por tiempo limitado.

lunes, 4 de octubre de 2010

No nos gustan los títulos

2

No nos gusta dormirnos, por qué no sabemos si algún día volveremos a despertar.
No nos gusta morir, ya que no conocemos si algún día volveremos a vivir.
No nos gusta integrarnos debido a que no sabemos si retornaremos a ser libres.
No nos gustan las utopías, porque nos alejan de la verdad.
No nos gusta la verdad, porque no quiere existir, porque no sabríamos cómo mantener la pluralidad.
No nos gusta la diversidad, porque de lo contrario no seríamos  tan variados en realidad.
No nos gusta decidirnos, no tenemos en base a qué ni mucho menos un por qué.
No nos gusta el contrato, ya que nunca a la letra chica leímos .
No nos gusta lo universal, pues desconocemos algo que sea mayor que la particularidad.
No nos gusta Dios, pero a la vez le pedimos que exista.
No nos gusta ser masa, nos sofocamos todos juntos.
No nos gusta vivir solos, no sentiríamos algo de opresión.
Nos nos gusta la contradicción, sí el absurdo.
No nos gusta la mansedumbre, tampoco el solipsismo.
No nos gusta el bien ni tampoco el mal.
No nos molesta la muerte, tampoco el vivir.
No deseamos realidad tal cual como no anhelamos soñar.
No nos gusta el dúo, queremos multiplicidad, al menos una tercera oportunidad.
No nos gusta hablar bajo un "nosotros" cuando sé que es mentira.
No nos gusta el gusto, porque es la cuna de nuestro pesar.
No nos gusta pensar, pensamos para no pensar más. 

jueves, 23 de septiembre de 2010

El corazón de Madera

0










Estaba Dios sentado por algún lugar cuando entra el mismísimo diablo en persona a encararlo. -Dios, hagas lo que hagas los humanos dejaran de creer en ti. Ya encontré la razón, era tan pero tan sencilla.- Y comenzó a reírse fuertemente y secándose las lagrimas que le caían por el gozo sentido. Sin mucho entender, este le preguntó: -¿Y se podría saber cuál sería esa razón?-  A lo que el diablo le dijo sarcásticamente –¡Pero si se supone que tu eres el único Dios, deberías saberla!- A lo que este respondió un poco defraudado –Bueno pues como soy Dios te demostrare que aún así los hombres seguirán creyendo en mí, ya tengo a alguien con quien enseñártelo, has todo lo que tengas que hacer, yo sólo observare como pierdes tu apuesta como otras veces- El diablo, fastidiado con la respuesta, le respondió soberbiamente –Muy bien, que sea como Dios quiera ¿pero qué apostamos esta vez? Ya te he dado el placer del sexo, el vicio de los cigarros y la ilusión de bienestar del alcohol- Y luego de meditarlo muy bien, dijo Dios resueltamente –Pues que sea la satisfacción del éxito- ¡Hecho! dijo el otro de inmediato,  ¡a cambio de la ceguera de los hombres entonces, como siempre! Y volviendo a reír se fue retirando lentamente, murmurando entre dientes su victoria.
Marcos, quien era el más bondadoso y más fiel de Dios comenzaba a ser puesto a prueba. Por qué un Dios tiene que demostrar algo es lo que todos nosotros no podríamos entender ya que sólo resultaríamos marionetas o hamsters encerrados en una vitrina para otro, pero Marcos era de aquellos que posicionaba su fe por sobre la razón, aquellos que simplemente no se preguntaban esas cosas. Un perfecto idiota, pero sin culpa. Era el más indicado para la prueba y Dios tan confiado estaba que ni siquiera le quiso advertir, sólo se dispuso desde la tribuna a observar como el demonio bajaba al mundo de esos bichos que reptan por la tierra de a dos pies. Como entretención previa, le comenzó a mandar millones de cartas a su casa con miles de cuentas impagas pero Marcos respondió de inmediato pidiendo un enorme préstamo al banco para pagarlas todas y después fue a la iglesia a dar gracias a Dios por que le aceptaron el crédito. Luego el patas negras se metió en la figura de su padre, diciéndole que era una basura, un imbécil y un bueno para nada, la gran deshonra para la familia, a lo que Marcos sólo calló y se fue a llorar a su cama en donde le dio gracias entre tanto llanto a Dios por entender que hasta los padres se pueden equivocar no sólo una vez. El diablo, ya cansado de este preámbulo decidió matar a su madre de una vez para que sufriera y quedará ideal para la prueba final, la estocada más dura. Marcos sufrió demasiado, no lograba entender como alguien como su querida mamá se hubiese suicidado de pronto sin aparente motivo, por lo que se comenzó a culpar a sí mismo, quizás él nunca le dio todo el cariño que se merecía se decía, pero luego de derramar la última lágrima y con ella la ultima flor en el foso, viendo las millones de lapidas del cementerio, entendió que no hay nada más común y natural que la muerte, que no hay ninguna razón para no desprender alguien querido de uno, por muy doloroso que sea, y al notar esto se vio maravillado y alabó a Dios. Maldita sea este ha salido bien duro de roer, pero ahora definitivamente que caerá, ahora conocerá Dios la razón por la cual el hombre dejara de creer en él, se decía mordiéndose los dientes atrás el diablo.
Marcos, unos días después, conocería a la que sería el amor de su vida caminando por la calle Esperanza una tarde de Mayo. Muy alegre y divertida movía su escote que cautivaba a cualquiera, pero claramente él no se fijó en eso. Ni yo sé muy bien en que se fijó, en una suerte de ironía contra este humilde narrador, ¿sería su mirada triste y lejana escondida en esos marinos ojos? ¿Esos secretos insondables que iluminaban el fervoroso deseo de atraparla para sí? ¿o el simple hecho de verla feliz? Mucho no importa para esta historia pues Marcos lentamente se fue reconociendo como enamorado y así fue articulando todas las posibles maneras de reencontrarla, de ubicarla en otro plano lejano al nuestro, en uno en que la vergüenza y la verdadera timidez se disiparan pero por cosas del destino todo ello se le fue pegando a la piel. Fue tallando un corazón de madera sin alguna razón consciente en un principio para calmar su pasión, hasta que con el pasar de los días fue naciendo un impulso mortal a regalarlo, no a otra sino a ella. Pero no podía, lo que una vez conoció de ella lo iba transformando, le iba cambiando su máscara de frágil humano, no le salía el valor, la voz. Tanta frustración de no poder decirlo, de no poder regalarse, carcomía ambos corazones que se fundían en uno sólo dispuesto a darlo todo por aparecer en las manos de ella. Hasta que un día encontró la forma; sabiamente lo envolvió en una caja de regalos y frente a la humilde apariencia de un regalo desinteresado, se lo dejó en sus manos casi olvidándose de lo que era. El único corazón que le iba quedando le palpitaba a mil por horas. Pero el diablo, quien había planeado todo esto, se reía de Marcos con mayor fuerza en la medida en que ella pronunciaba las palabras mágicas “no te puedo corresponder, yo no lo merezco”.
Marcos, días después, fue a la Iglesia buscando algún cebo que calmase el dolor agigantado que estaba sintiendo y le pidió a Dios que le hiciera entender como en todas las otras oportunidades ¿Por qué? ¿Dime Dios por qué mierda inventaste el amor si no puede ser correspondido? ¡Yo he hecho todo lo que me has pedido, nunca llene mi cabeza de malos deseos, ni tampoco se los deseo ahora a ella, nunca la ofendí ni tampoco hice trampa para conquistarla, sólo ilumíname con la respuesta, necesito saberla! Pero Dios, que se encontraba en ese minuto en el baño no podía atender a su llamado, ni tampoco lo hubiese hecho, ya que de lo contrario hubiese sido una feroz trampa a la apuesta y como “buen” Dios no podía permitirse tal cosa así que sólo se escuchó un silencio atronador en la Iglesia.
 ¡Púdrete Dios en tu silencio!
El diablo fue corriendo a la guarida de Dios y este saliendo del baño aún con los pantalones abajo dijo alarmado –No me digas que ese fue Marcos- a lo que el Diablo orgulloso respondió –Pues sí, ahí tienes al hombre más fiel tuyo, acabado por un amor no correspondido y lo más lindo de todo es que tanto el amor, como el hecho de no ser correspondido, no fueron obras mías, yo sólo puse las piezas en el tablero. Ahora Dios, que por fin te he ganado en buena ley toca que me des lo que tanto he deseado, y que como bien sabrás será la semilla de mi reinado- Dios, apesadumbrado y completamente decepcionado del género humano, le entregó el bien más deseado por Belcebú, la ceguera. Así el hombre fue destinado a no poder nunca jamás distinguir la amistad del deseo, una mera caricia de una insinuación, la amabilidad de una sonrisa de un total “te quiero”, confinándolo así a la constante vergüenza de nunca poder entender al otro, lo que por otro lado abrió a un sin fin de potencialidades nuevas sin lógicas, sin razón pasando a ser la locura, la felicidad, una verdadera opción. Marcos, que por fin ya no era tan idiota, entendió que al regalar aquel corazón de madera se liberaba de todo enamoramiento  sabiendo, con gran júbilo, que hizo todo lo que en él dependía por conquistarla abriendo paso así a la libertad del único y real corazón, él mismo. Fue a donde se solían encontrar siempre, en aquel "café de la verdad" un buen jueves por la tarde. La niña, sin entender nada, escuchó atónita como Marcos le agradecía y alababa por la enseñanza que le había dado ella gratuitamente. ¡Gracias!

sábado, 18 de septiembre de 2010

Vacíos que ocupan espacio

0

Por favor señores, no crucen la línea amarilla del andén. Eso exclamaban  aquellos pintorescos guardias del metro con sus chaquetas rojas que les otorgaba la autoridad de empujarnos. La gente me llegaba a dar asco, el mundo en general, que de natural ya tiene poco o nada. Ya hemos dominado aquello por lo que ahora la relación no es con el árbol o el animal, sino con otro. Nunca habíamos estado tan juntos el uno con los otros y a la vez tan disminuidos esos extraños  a un completo vacío. Eran un vacío pasional,  no físico, desafortunadamente no. Algo así como un Dios, sí como un Dios que nadie puede ver pero que sin embargo chocas con algo que supones que es él al sufrir o al eyacular. Pero que importaba, si me posicionaba desde afuera yo también era eso, un vacío que ocupaba espacio. Y así éramos un conjunto de muchos vacíos que ocupábamos espacio, y contarlos era igual de innecesario. Iba pensando en los colores, lo recuerdo bien a pesar de que ya ni se hace cuanto fue. Curiosa ironía. Me fijaba en la línea amarilla ¿Por qué amarilla? ¿Acaso el amarillo tiene algo que diga precaución, que diga implícitamente no me toques? Probablemente no, pero  el hombre piensa eso del amarillo, o que el rojo es de liderazgo y el azul de amistad que se yo. Tanto vacío, tanta sensación de ser vacío para otro me habían traspasado mi subconsciente, era un sentimiento insoportable.  Todo está basado en cuestiones sociales pero no existe algo, un trocito de validez de por sí. Algo que si fuera hasta con los marcianos me dijeran que es así. Pero no, la muerte no más.
La muerte, sí, la muerte es lo único que prevalece. Estación “Los franciscanos” combinación con la línea 3. Al parecer me estaba quedando dormido. Que divertido ese sombrero. No había pensado en la idea de. ¿En que estaba soñando? Como sea, me debo apurar para la prueba. La prueba de “Paradigmas”. En que estaba pensando. Definitivamente ese sombrero se ganó el premio al más ridículo. No había estado nunca en estos trenes, supongo que serán de los antiguos. Hace calor. ¿Por qué doy esta prueba? Para pasar el ramo y titularme pues. ¿Para qué? Para trabajar, ganar mis billetes, alimentar a mis hijos, mantener a mis padres y así devolverles lo que ellos me dieron, mi vida. Yo no quiero eso. ¿Deuda? No existe tal deuda, yo no decidí vivir, yo no elegí que me sacaran a la luz, sin embargo, lo hicieron y ahora existo. No lo considero algo malo, sino como algo completamente autoritario, digo el no haberme preguntado. Mis padres, el estado, Dios, el destino, el caos confabularon contra mí. Hey no te pongas trágico ahora. ¿Trágico? Donde esta lo trágico, si existir es maravilloso, lo único que trato de decirme es que no me lo preguntaron, nada más se hizo. Si me dieron libertad en mi existir porque no me la dieron antes de existir.  Lo mismo la muerte. Es algo autoritario. Podría suicidarme entonces para romper la asimetría pero no. Sólo la realzo aún más, sólo estaría conformándome con un cebo de libertad pero al fin al cabo estaría cumpliendo con lo que teníamos que hacer desde que nacemos. No se siente en el suelo. Pero de ser así que nos queda, pues vivir, soñar, crear, actuar. Modificar la naturaleza en apariencia, para así creer que existe algo más. Restringir nuestras libertades como máxima muestra de libertad. No. Eso sería ingenuo y muy manso. Estación “Las camelias”. ¿qué hacemos? Me empiezo a sentir angustiado. Que desconsiderado ese tipo al no cederle el asiento a la señora, es ya muy vieja esa táctica de hacerse el dormido.  ¡Estas ventanas no se abren! Pero que pedazo de mierda. Me acuerdo cuando el flaco intento abrir la ventana de un metro y no podía, por lo que intento con más y más fuerza hasta que sacó la perilla de un viaje. Fue tan divertido verlo tirado en el piso con la perilla en la mano y la ventana aun sin bajarse. ¿Qué será del flaco? Podría ir a verlo. Estación “Martinez”, se les pide por favor tener cuidado con la separación del tren con el andén al bajar, muchas gracias. Tiene una agradable voz. Me parece que no debería. Estación “Los alerces”. No debería ir a dar la prueba. Como que no estoy de ánimo, tanto pensar me está mareando. ¿El flaco no vivía en la siguiente?  (…) Estación “Pedro de Lascivia”. (…) No lo hice.
Por qué no lo hice si nada tiene valor excepto estar con los que se quiere. Hemos cambiado ese fin por los medios que antiguamente usábamos para ello. Eso sí que es angustiante. Mejor me debería suicidar. A la siguiente me bajare y me tirare a la línea del tren. ¿No me crees capaz? Ya vas a ver. Estación “Tolabala”. A la siguiente, ahora sí que sí. Estación “Juarez de Inéz”. Maldición si es sólo bajarte y dar un saltito. La vida es algo insignificante qué tanto te puede costarte desprenderte de ella, sólo un segundo. Todo cambia, moriré y nadie se acordara de mi por siempre, todo perece, todo puede ser de otra forma, justamente como los nombres de las estaciones. Ya ahora vale, a la próxima me bajo. La próxima debiese ser… Estación terminal “La muerte”, todos los pasajeros deben descender. ¿Qué? Se abrieron las puertas y toda la masa de seres inexistentes e intrascendentes comenzaba a bajar despavoridamente. Al traspasar la línea amarilla, uno a uno comenzaban a caer sin vida. ¿Qué es esto? El del sombrero gracioso comenzaba a gritar –Hey, apúrate no te quedes ahí parado como si nada- Me moví a la derecha para que bajara y muriera al instante. Ya quedaban como cuatro personas esperando su turno, su posibilidad de bajar. Algunos bajaban por que la mujer de la voz lo dijo o porque tenían fe en que iban a llegar a su destino al bajarse en esa estación. Yo no entendía nada. Miraba aterrado como ya era el ultimo. Después la vocecita de nuevo diciendo –por favor, todos los pasajeros deben descender-. Lo repitió dos veces cuando se cerraron las puertas, yo aún no entendía nada. Se comenzó a mover el metro hacia la oscuridad mientras por la ventana veía como un guardia del metro con chaqueta roja venía con una carretilla donde iba apilando los cuerpos inertes para llevárselos a quién sabe dónde. Después se detuvo el tren cuando ya perdí de vista la estación y todo era una espesa negrura. Las puertas jamás se volvieron a abrir.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Sobre la muerte, el suicidio y la libertad de voluntad

2

Si buscamos la condición del hombre por medio de lo que puede hacer y no hacer, la historia ha demostrado que tiene un ilimitado campo de acción a excepción de algunas restricciones. Al igual que en las funciones para determinar su respectivo recorrido,  primero debemos conocer el dominio de la función y restringirlo a su mínima y real forma de expresión, con el hombre si utilizáramos la misma metodología notaremos que existen dos grandes restricciones  por naturaleza: por un lado, la de otorgarse la vida por sí mismo, y la de ser inmortal o de no morir.
La función del hombre, para ridiculizar un rato al sujeto, se vería profundamente afectada por estas restricciones  a lo largo de su existencia pues son la propia oposición a la existencia de los entes.
Y se basan en dos elementos muy relacionados entre sí que en esta ocasión quisiera hablar con particular entusiasmo que son la libertad y la muerte.
Si nos preguntamos por la muerte, se nos manifiesta con una dualidad tremenda, por un lado tenemos que la muerte es algo necesario y universal para todo ente, pero por otro lado que es algo sumamente contingente y libre en potencia. No conozco algún caso de que un pajarito o un gato se haya querido suicidar. El hombre no puede ser más libre, siempre es libre de matarse ahora en este preciso momento acabando con su existencia. Pero algo notable, como danto ontogénetico, es que en su biología no hay forma de un suicidio voluntario, por ejemplo, al intentar aguantar la respiración se cae en un desmayo que evita la muerte ya que desmayado volvemos a respirar. Tan curioso es este dato, pareciese que algún Dios detestaba el suicidio pero le encantaba vernos morir por causas ajenas a nosotros y como no si en la figura del suicidio se encuentra el propio carácter de un Dios, y con esto no estoy tratando de elevarla idea a un plano sagrado pero transforma al hombre en un sujeto de plena voluntad, tanta voluntad que es capaz de eliminar su propia existencia, la voluntad de acabar con su voluntad, increíble. Muy interesante sería investigar acerca de la razón desde el enfoque del suicidio, me parece que los animales a los que se les suele posicionar como “inferiores” no tienen una concepción del suicidio, con la idea de decidir no tener que decidir nunca más.
Pero me gustaría volver al dato ontogénetico, si el hombre esta “creado” para no matarse biológicamente, este está empujado hacia el mundo para lograrlo, conseguir un cuchillo, atarse una soga al cuello son todas interacciones con el mundo que claramente hacen ver que el hombre y el mundo son tan indisolubles hasta la muerte al menos ya que aún no conocemos que habría, si es que hubiese algo más allá. No obstante, volviendo al terreno de la muerte como tal, el mundo justamente se nos manifiesta como ajeno en cierto sentido, si nos ubicamos en el caso de morir por vejez por ejemplo encontraremos que el mundo incluso si incluimos dentro de él al propio cuerpo biológico, nunca marchita al ser del hombre, sólo se cumple la segunda restricción ontológica necesariamente, moriremos algún día, sea por nuestra voluntad o no. Y cuando me refiero a voluntad me refiero específicamente al segundo concepto que quería hablarles, de la libertad.
 Resulta interesante la frase clásica “Estamos condenados a ser libres” de Sartre, hay un sin sentido casi irónico en ella, pero si hondamos más aún en la libertad, como lo hicimos en la condición del hombre veremos que encontramos algo parecido. El hombre no fue libre de nacer o al menos no escogió existir, por lo menos es lo que sabemos en vida en caso de que salga algún religioso protestando de una libertad incluso previa a la existencia “terrenal”. Pero encontramos la misma restricción, resulta que nadie es libre de morir, quizás pueda ser libre al decidir morir pero nadie puede decidir no morir.
Por lo que recapitulando, estamos condenados a existir y morir, y mientras tanto a ser libres. La vida resulta muy efímera desde este punto de vista si es que previa a ella ya existe una obligación casi coactiva de “nacer” pero a la vez de morir en un futuro por muy libre que sea durante su vivir. Y si volvemos a alguno de los comentarios anteriores, estos tres elementos están claramente conectados. Somos libres especialmente porque podemos matarnos en cualquier minuto según nuestra voluntad (podríamos basarnos en que de un minuto a otro podríamos morir por una causa externa aún haber intentado el suicidio en el camino pero no va al caso), y al matarnos, es decir, al ejercer la máxima muestra de libertad casi divina, “acabamos” (entre comillas por lo inexacto que quizás pueda ser afirmar una cosa tal) con nuestra condena de haber nacidos, casi como en un contrato, en el que ambas partes acaban entregándolo todo. Yo tuve que nacer y ahora en consecuencia me toca morir.
Pero el hombre no acepta estas condiciones. Como he dicho en varias oportunidades, el hombre siempre intentara ser algo diferente a un hombre, como si supiera lo que es aquello. Nunca aceptara su restricciones y es bastante interesante preguntarse el por qué. Por qué el hombre vive intentando no morir, vive intentando no ser libre, vive deseando no haber nacido incluso algunos. ¿Qué consigue con ello? ¿A qué pretende llegar con ello? ¿Quizás sea un fin en sí mismo? Dentro de mi teoría de los solipsistas encontramos que el hombre crea diferentes construcciones sociales, en conjunto, con móviles muy variados a los sujetos pero si lo relacionamos con este impulso a no aceptar su condición, de ser un verdadero anarquista propiamente tal, encontraremos que todas estas construcciones obedecen a una respuesta ajena a la dada en sus restricciones. Tanto la religión (excepto las de india) como el Estado como los médicos o como los científicos hacen creer al hombre la apariencia de la eternidad, ya sea con la vida eterna o con la idea de Nación o de la “salvación biológica”. Más allá aún, si es que Hegel tuviese razón y todo se basa en cuanto esta uno dispuesto a sacrificar por ser reconocido por el otro, esto tiene una directa relación con la muerte, ya que en cierto sentido estoy cumpliendo con mi muerte esperada, de una forma un tanto planificada, con tal de ser reconocido tal como los griegos incluso de antaño buscaban como un ideal. Para evitarnos todo el horrendo problema sin respuesta concreta del solipsismo constante, nos coaccionamos, nos inventamos morales, nos oprimimos, nos quitamos libertad de voluntad para dar paso a la seguridad que nos ofrece una fe en algo más allá de lo naturalmente humano, en algo más allá del “meramente” morir. La coacción se vuelve legitima, la culpa y la discriminación social se vuelven una consecuencia lógica cuando aceptamos al otro, a la religión y al Estado como algo necesario. Situamos en el mismo terreno de la muerte a estas creaciones sociales, sin embargo, cuando estas se rebelan contra el hombre, o mejor dicho cuando el hombre se da cuenta de lo manso que fue al permitir todo esto sólo por el miedo a la muerte y el afán por perpetuarse y ser inmortal, es ahí donde reacciona y busca luchar contra ellas, eliminarlas. Pero luego el ciclo sigue, y el hombre pasa de sentirse oprimido a sentirse otra vez desamparado y solitario frente al vacío lleno de incertidumbres que genera la muerte y lo ininteligible, lo naturalmente necesario, la naturaleza desconocida como tal. El hombre no acepta esto, no puede ser un insignificante “hombre” ante tantas preguntas y vuelve a buscar respuestas sin conseguir mucho más de lo que ya había antes y vuelve a construir en conjunto enormes estructuras sociales que vienen a, aparentemente, dar solución a sus dudas y aporías, a darle estabilidad a esa pobre silueta rosada y desamparada que camina a la deriva sin recordar por qué estaba caminando ni hacía a donde iba. 

lunes, 30 de agosto de 2010

Jamás pensado

0

Debo terminarme el libro de Sombart. ¿A qué hora era la ayudantía de mañana? Me parece que a las seis. Me toparía con natación en ese caso, no quiero faltar a eso.  Esta haciendo frio, como siempre los meteorólogos no saben nada. ¿No era a las 4:30? Definitivamente esta helado. Es bonita ella. Pero si fuera a las 4:30 me toparía con desarrollo de la cultura moderna no puede ser ahí, ese ramo es obligatorio, no juntarían dos clases por las puras. Me miró. Le gusta usar el pelo largo y ondulado, debe ser  interesante. Desde cuándo que me gustan las rubias.  ¿Era en la estación “Los Héroes” o en “Plaza Egaña” lo de Pablo? Sólo se veía bien de lejos. No importa, bajémonos aquí. Idiota te demoraras más así. ¿Y? no quiero llegar a la casa aún y tener que hacer mis deberes. Definitivamente no era muy linda, las rubias me han vuelto a defraudar. Las escaleras que hacen hoy, los peldaños son demasiado angostos como para ir dos personas siquiera por ellas. Frente a mí se acaba de caer de un escalón una niña, tan estrepitosamente que me causo risa al instante. Se le cayó su celular, me mira con vergüenza más que pena. ¿La ayudo o no la ayudo? Avanza rápido en búsqueda de su celular  y sigue su camino, yo he estado detenido en medio de la escalera aún, idiota reacciona.  No la ayude. Ella no quiso mi ayuda. Ni siquiera le dije algo como ¿estás bien? No hacía falta. Se debe haber sentido pésimo por el bochorno si su caída fue de película. ¡Muévete! Me grita alguien atrás. Enojado me golpea y cruza por el lado. Sigo caminando, manos en los bolsillos, música por mis audífonos; eso si que es reaccionar. Me rio. Pareciera que va a llover. ¿Era la ayudantía a las 6? No imbécil a las 4:30. Pero me toparía con, ah ya me acorde. Increíble como han arreglado estas veredas en tan poco tiempo, al menos algo ha hecho este alcalde.  ¿Habrá bebida en la casa? Quizás la nana dejó papas rellenas, no te acuerdas que hoy iba para la casa. Fantástico entonces, le quedan de maravilla. Es mi idea o ese basurero no estaba ahí antes. La vereda a pesar de estar nueva en este tramo ya esta media sucia, verdaderamente increíble como el hombre desecha sus máximas creaciones. ¿Reaccionar a qué? El semáforo esta parpadeando. Me debo apurar o sino no llegare. No alcanzo, mejor me detengo y espero. Viene un señor y cruza tranquilamente. Como no voy a cruzar yo. La calle está marcada por neumáticos, maldición, se puso roja; me apresuro.  Quizás la ayudantía es pasado mañana. Como se besan esos dos, pobres. Ahora ella le va a decir que está cansada, de que ya no lo ama como antes, de que la rutina los venció y cualquier otro eufemismo para evitar mencionar que ya no le es útil y que ahora no le reporta ninguna mísera ganancia. Hay que ser eficientes con el bienestar en esta vida ya es lo único que nos va quedando. El mismo perro de la señora de la esquina, siempre me ladra y cuando lo sueltan no dice nada, es un verdadero cobarde; ladra ahora no más, cuando estés afuera como me reiré de ti. –¡Buenos días señora!-  ¿Cómo era que se llamaba? ¿Doña Isabel o Bernarda? Alguien orino en su puerta, quizás un gato, quizás un ebrio. Ojala que no hayan garbanzos. Esta vida me mata del aburrimiento. La vida se ha vuelto increíble e inverosímil. Esto no puede ser la vida verdadera, la real. Por eso que estamos necesitados de novela, ficciones, películas,etc. para al menos tener algo con que soñar en las noches, tener algo que no sea vida, nuestras vidas. Algún absurdo en el que creer. Es ella, es ella, es ella. Es ella, la niña del  judío, pero que linda es. Algún día deberías preguntarle el nombre de una buena vez. ¡Pero que lindo vestido se ha comprado, le gusta el rojo carmesí al igual que a mí! La miro, ella me mira, miro al suelo. Mañana lo hago. Está lleno de colillas la calle, quizás mi vecino ha vuelto a estar ansioso y estresado.  Le duró poco la felicidad con esa señora, tú igual lo estarías si te vinieran a visitar en la tarde alguien y se fuera por la mañana, sí bueno que cómodo que debe ser. Quizás ya encontró otro con Jeep.  ¿Habrá encontrado su celular? La misma puerta de siempre. Maldición como muero por unos ravioles. Al llegar debería ponerme a estudiar. Llaves. ¿Dónde están mis llaves? 

viernes, 13 de agosto de 2010

Positivistas asquerosos

1

Si Marx tuviese razón, tendremos armas por manos y sillas por pies.
Tendremos frías palabras en un mundo de gélidos sentimientos.
Seremos amantes del Smog y compartiremos con Soledad la cama,
Seremos embusteros frente a una sociedad de desconocidas reglas escritas.
Tendremos mecanismos , quién sabe para qué pero mecanismos.
La Histeria sera algo natural de la historia.
No necesitaremos sentido, esa cuestión es de hoy,
No tendremos corazón, las eficiencias se miden por la razón,
No hará falta la razón, lo relevante es la coacción. "Nuestra" Coacción.
Si Darwin tuviese la verdad, toda evolución no sería más que mera adaptación.
¿Mejor? Según quién me pregunto yo.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Filosofía termina con A (Segunda Parte)

0

Cobarde, eso es lo que eres. Te gustó aparecer pero no exponerte no es así. Cobarde. Se venía murmurando en el metro a las ocho de la tarde, desconfiaba de todos aquellos viles sujetos que le ahogaban su metro cuadrado de vida. Nunca habíamos estado tan próximos, casi sintiendo el latir del otro y a la vez tan lejanos, casi sin sentir nada. Es agonizante la realidad. Si me pidieran que describiera la vida pues les diría que es un constante proceso de apertura al dolor que acaba irrevocablemente en la muerte. A medida que reflexionamos, algo casi ontológico en nosotros nos tiende hacia el fin, hacia la pregunta y no a la respuesta. Pero al parecer eso no importa o al menos a nadie le pre-ocupa (si es que hubiese a alguien que se ocupe de algo así) como para que aumente mi contador de visitas. Bueno, podríamos decir que a él sí irónicamente, en una suerte de sublevación del personaje frente a su creador. En ese entonces continuamente murmuraba al caminar, observaba con deleite los gestos y alargaba la oreja para escuchar o al menos creer decir de alguien desconocido el nombre suyo. Alguien. Alguien empieza con A; la misma de Anónimo ¿Azar? ¿Dios? ¿Políticos? Parecía que todo su mundo complotaba a su alrededor retornándole el recuerdo miserable de aquel odioso y desconocido sujeto que un día por medio de palabras manchadas con sangre destruyo absolutamente sus sueños y teorías. El mundo estaba, ha sido y estará desencantado. ¡Pero si va a mejorar! ¿Sí? Y según quién, según Dios, el azar o el político quizás; toda la moral no viene a ser más que banalidades relativas carentes de verdad o al menos de alguna pizca de realidad. El hombre tiene múltiples necesidades por naturaleza, unas van y otras vienen; recordarlas ya desaparecidas es un sin sentido desde el presente. El hombre necesita y no hay nada peor que eso. No, el mundo no mejorara, al diablo con los positivistas. Y así comenzó una densa aura negra a rodearlo por completo sin darse cuenta. Al cabo de unas semanas, de haber visitado a cada amigo o cercano que podría darle serias sospechas se acostó por varios días. Afiebrado y con grandes malestares, persistía en sus reflexiones y maquinaciones de que como descubrirlo o descubrirla. Hasta que dio con ese alguien. Estuvo frente a sus ojos todo este tiempo y no lo había notado, pero ahora que lo planteaba como posibilidad, existía un porcentaje de ser A. Vivía en la calle Sin nombre con Plus Ultra. Cosas de la vida, Plus Ultra hacía alusión al más allá en latín y ahora él lo iba a mandar precisamente al más allá, si existiese claro.  Primero fue a corroborar los datos teatralmente como muy bien lo sabía hacer, siempre con su pistola escondida en caso de fugas indeseables.  Le abrió la puerta enérgicamente, él muy ingenuo. Hey te quería preguntar si te gustaba Charly Garcia… ¡Sí! Que quería saber si tenías el disco “Filosofía barata y zapatos de goma” que me encantaría escucharlo… Silencio. No le respondió absolutamente nada cuando de pronto comienza a sonar la canción de fondo en su tocadiscos. Se puso pálido y balbuceo unos sonidos amorfos pero el ya había sacado la pistola alegremente. Ya era obvio lo que iba a pasar. Se rió mientras le suplicaba perdón, que no había sido para tanto, que asumía su ignorancia, que nunca más iba a escribir bajo el nombre de Anónimo. Él se acercó algo cansado pero satisfecho por su larga búsqueda y metiéndole el arma por la boca le dijo al oído: Valías más como un infinito anónimo. Mírate ahora,  no eres más que un completo miserable rogándome perdón. Agradéceme mejor, morirás dignamente al haber sido alguna vez alguien y nada más indeterminado que ese alguien, al alguna vez haber sido ese nadie, un indefinible y absoluto desconocido.  Su mano tembló por un segundo antes de que apretara del gatillo acabando así, con toda su substancia frente a un espejo. 

domingo, 25 de julio de 2010

Anónimo empieza con A (primera parte)

0

Hablaba de solipsistas y de la mansedumbre, de quienes sólo dan por verdadero la propia existencia y de aquellos que ya olvidaron su existencia por la de otros. Mencionaba la vital diferencia entre el sujeto, su contorno y el entorno; entre el actor, la brisa del escenario y el telón de fondo.   Fascinado marcaba las dos relaciones de la vida humana: una subjetiva en donde la resignación y la utopía estaban en constante contienda y una inter-subjetiva dominada por la frustración y asombro de encontrar otro que rompía el solipsismo en general. Explicaba como la sociedad, el estado, nuestro Dios y finalmente “el otro” no eran más que proyecciones sociales, apariencias superiores a la de uno y a la vez inexistentes; solamente eran desesperaciones ante lo perecedero de la nada, ante lo natural de lo ininteligible o mejor dicho, de lo ininteligible de la naturaleza. Sólo hay contradicción y aparentes soluciones, sólo deseo y razón pedante. Los círculos perfectamente lógicos nunca habían sido tomados tan cuadradamente estúpidos, sin embargo, nunca falsos.  Porque siquiera la certeza de lo falso se podía asegurar, eso venía a ser lo irónico del confutar. Hasta que apareció aquel comentario.
Anónimo dijo:
Filosofía barata y zapatos de goma. Ojala escribieras con menos silabas y más coherencia. Que fácil es esconderse detrás de un “blablá” cuando en realidad no se dice nada. No temo por ti, si no que temo por todos nosotros. Pobre huevon pasado a caca.
Quedó paralizado por unos minutos.  Hace tanto tiempo que estaba esperando alguna respuesta de su nulo público cuando aparece tal critica. Todas sus reflexiones no eran más que mierda para ese tipo. Al principio lo aceptó. Después de todo, nunca he sido muy buen escritor ni mucho menos filosofo, intento redundar mucho en las ideas hasta que me salen peor; se decía. Volvió como si nada a su rutina, actuando conformidad con su auto crítica. Pero no pudo, al cabo de unas horas volvía a releer el mensaje con impotencia. ¿Anónimo? Anónimo ¡Anónimo!  
Es más fácil cuando conoces a ese alguien porque no destruye tu pensar sólo tu corazón. No así cuando la persona se vislumbra como infinita, como indocumentada y superior, porque es allí donde más lo aceptas. Pues no hay otra. Pero siempre la habido, en apariencia, acabar con ese otro, algo que muchos famosos han caído. Fue entonces cuando empezó a desear su muerte, a verle su rostro y ensartarle una bala en su ojo izquierdo.
Releyó cada una de las oraciones buscando pistas. Claramente era muy pobre su vocabulario y sus modales denotaban rencor y mala educación.  Le gustaba Charly Garcia, fue lo segundo que notó por la primera frase proveniente de una canción del mismo nombre. Era una nimiedad, habían miles de personas a las que les gustaba aquel músico, incluso a él tal vez un poco. Luego pensó que si tal comentario fue publicado en su blog, probablemente era algún conocido por él ya que solo sus cercanos conocían la existencia de tal sitio. ¿Pero quién de estos haría tal cosa? Se sintió traicionado. ¡Es fácil esconderse bajo el nombre de Anónimo no te parece imbécil! Exclamó pero nada cambiaba después de todo, anónimo ni siquiera es un nombre. Que paradójico resulta que una palabra denote precisamente lo que no debe ser denotado.
 Tomó una hoja y empezó a anotar cada uno de los posibles Anónimos y empezó a dejar fuera de la lista a aquellos que no podían ser por diversas razones que se reducían a lazos sentimentales. Anotó la hora del suceso, las 2:05 de la tarde, guardó su pistola en su chaqueta y partió el viaje a hablar con cada uno de los de la lista que aún no estaban tachados. Les preguntaba sobre qué estuvieron haciendo a las dos de la tarde, que cómo han estado, que si les gusta Charly García, que cómo iba la universidad, que si conocen una canción, etc.  Todos se mostraban muy normales al responder y resultó que ninguna de las de la lista podían haber sido. Cabían dos posibilidades solamente: o se había equivocado en la lista y era una persona desconocida para él o alguno le mintió. Pensó en el hecho de que si alguien le hubiese mentido entonces este ya sabría que él estaba buscándolo por lo que volvería a jugar pronto de modo que ahora si quedara libre de sospechas. Siendo las 8 de la tarde aún no había otro comentario o mensaje por lo cual si sus deducciones estaban en lo cierto, “A” aún no sabía que lo estaban acechando.
Por lo que las mayores probabilidades se encontraban en que “A” no estuviera en la lista, por lo que volvió a pensar pero ahora minuciosamente quién podría ser. Ya no habían ni amigos, ni amigas,  ni antiguas novias, sino que ahora estaban aquellos anónimos cotidianos. Comenzó por la empleada de su hogar, luego por el amigo entrañable de su padre, por la madre de una amiga, por una conocida de la tía de un amigo hasta por el mendigo de la esquina que quizás escucho la dirección de su blog en la calle alguna vez. Ninguno de ellos estaba exento de posibilidad, aunque fuera un 0,01% de probabilidades. No durmió esa noche revisando en la internet perfiles y blogs de otras personas buscando algún indicio, alguna pista que sirviera para culpar a ese alguien de ser “A” pero nada.
Ya, al amanecer, agotado de tanto pensar e investigar sin sentido, se dispuso a idear un plan. Fue así como configuró su blog para que se guardara un registro de sus futuras visitas, así que el próximo o los próximos que leyeran su blog serían los principales culpables de ser ese Anónimo que tanto deseaba conocer y eliminar.  
Así que si estás leyendo esto “A”, pues ten por seguro que caíste en mi trampa. Ahora entiendo porque tienes temor y miedo, porque sabes que vas a morir pronto. Y te lo digo a ti, que estas leyéndome ahora en este preciso momento, prepárate porque te convertiré en la infinita mierda que eres, mi querido y gran lector anónimo.

miércoles, 21 de julio de 2010

Suicidios indeseados

1

Miraba su bello rostro en esa espesa negrura. Ya no recordaba como había llegado a las orillas de ese río  inmóvil y oscuro, bastó notar su reflejo para quedar prendado, para quedar completamente atrapado a ese extraño y fascinante espejo acuoso. Nunca me separaré de tí se decía a sí mismo sin darse cuenta del hecho que ese "de tí" era irreal e ilusorio, una vil apariencia de las infinitas que gobiernan este mundo aburrido. De hecho, ya había olvidado como solía ser aquel mundo, ya no era más que sufrimiento aquel vetusto lugar, aquella fase previa a la felicidad, porque ahora él se sentía pleno, por fin había encontrado su reflejo. Se acostó en el borde, maravillado ante las acciones de su alter-ego que aparecía como alguien entretenido y atractivo, lo que siempre había deseado ser. Se notaba que sabia gozar de la vida y no se dedicaba a preguntarse por la esencia de las cosas, se reprochaba a sí mismo él muy desgraciado. Deseaba ser como él. Deseaba ser lo que es.
Primero dejó caer su brazo y se asustó al ver que aquel admirado y pomposo hombre se borraba. Se tornaba difuso pero rápidamente volvía a la nitidez, luego de unos minutos el agua ya había vuelto a calmarse. Luego introdujo lentamente el pie izquierdo; sentía como por fin conseguía lo que estaba buscando, esa brisa que corría era sino su salvación. De pronto sonó un estridente sonido por lo que su reflejo huyó despavorido, al igual que él del charco. Al cabo de unos minutos, nuevamente volvió a acercarse a observar que ocurría en ese otro mundo, al que él siempre hubiese querido pertenecer. No, ya no estaba ahí aquel sujeto, se había hecho humo. Quedó intrigado por el sonido y por la desaparición del sujeto, de su sujeto. Observó por horas y nada ocurría, en eso llegó la desesperación. Hola que tal soy tu desesperación y te quiero decir que es tu culpa. Siempre lo ha sido. Crees que quedandote en la orilla, mirando como un cobarde desde lejos, podrás conseguir eso que tanto anhelas. ¿Qué no sabes qué es lo que anhelas? No me hagas reír, tu y yo sabemos bien que queremos en la vida o es que acaso eres de esos jodidos humanos que se preguntan por su existencia constantemente. ¡No! No me digas, con mayor razón entonces. ¡Es tu culpa! (se decía mientras tiraba una carcajada) Deberías ser irracional, deberías dejar llevarte por tu propia voluntad. Si al fin al cabo no hay nada más. ¿Esperanza? bueno si quizás para los débiles que la necesitan. Pero si vivir en la duda nunca ha sido más perjudicial para la salud hombre. Venga, arriesgue y logra lo que tanto quieres, Lo que tanto eres. Si él se fue, es por tu culpa. Se marchó porque nunca te arriesgaste o es qué no lo deberías hacer. Pues yo, no sé.
Se puso de pie y se sumergió de un viaje en la oscuridad.
Fue cayendo en un pozo muy profundo, al menos en apariencia, ya que fueron sus últimos segundos más largos de su vida  hasta que se golpeo con un metal. No veía nada, sólo unas enormes luces  que se acercaban a él a gran velocidad que lo cegaron en un instante. Escuchó gritos de mucha gente hasta que el tren lo arroyó sin piedad, su cuerpo se atascó en las ruedas que no lograban aún detenerse. Su cerebro se pulverizó y sus ojos reventaron al chocar su cabeza con el foco izquierdo de la maquina que al quebrarse dejó lo que quedó de su rostro lleno de cristales incrustados profundamente. Curiosamente su corazón se salvó, pero sus familiares no lo quisieron donar. Sólo eso faltó, sólo eso faltaba.

domingo, 27 de junio de 2010

Libelo volador

0














No te impacientes. Eso nos hemos estado diciendo durante horas, durante días. Pero nuestros ojos ya están fatigados y nuestras conciencias, en nuestro interior, se sienten como en una jaula de libertad y nos gritan: ríndanse, dejen todas sus convicciones y ríndanse.  Pero la capitulación la descartamos; lo vigilamos desde hace ya mucho tiempo como para decir “hasta aquí no más llegamos”, al contrario, no nos vamos a mover. Pero cada segundo hace dudar, cada brisa mezclada con silencio te hacen pensar en darte por vencido; dicho de otro modo, te hacen pensar en el eliminar el pensar paradójicamente. ¿Me vas a  decir qué no sabes por qué estamos aquí? Nos encontramos esperando, esperando que suceda algo, que cambie algo y no nos moveremos ni nos sacudirán de aquí hasta que ocurra aquello. Supongo que no has visto nuestros carteles; estaban por todos lados y a la vez no están en ninguno. Nosotros nunca hemos querido ofender ni hacer daño a nadie con nuestras palabras, es más, sólo hemos querido hacerte despertar, hacerte preguntar, extrañar, develar, extrañar el desvelar. Encontrarle sentido a la contradicción. Sin embargo nunca has leído sobre nosotros. ¿Alguna vez te has preguntado por qué? Supongo que no, porque ni sabías que existíamos, ni la posibilidad de que vivíamos siquiera, pero siempre hemos estado allí; increpándote y suplicándote a la vez de que nos hagas existir.

Pero no nos lo han permitido. Cada panfleto que pegamos a sus asientos, cada imagen que intentamos clavar en sus murallas, cada pasquín que les regalamos, salen volando. Se despegan, se desclavan y se privatizan para ser llevados por ese viento mágico que les facilita alas invisibles a esos papeles inertes pero de palabras fuertes,  para desaparecer por los aires perdiéndosenos de vista. Algunos dicen que vuelan al sol para acabar ardiendo, tratando de expiarse de sus grotescas palabras; otros, que simplemente vagan por el espacio esperando ser agarrados por otros, a quienes ya no les importe lo que tengan escrito; unos más ingenuos aún, dicen que son arrancados por un viejo gordo y andrajoso   que de mala gana los guarda todos en una enorme bolsa de misterioso poder donde nuestras exclamaciones quedan calladas para siempre como si nunca hubiesen existido.

Nunca hemos sabido con certeza que sucede con las maravillosas hojas voladoras. Una vez  un amigo me contó que decidió seguir a uno de esos rebeldes papeles atándole un hilo previamente, y dice que lo siguió por unos parajes recónditos e imperecederos que le daban grandes pruebas de voluntad y sacrificio, hasta que llegó a un gran edificio antiguo y abandonado donde miles de hojas blancas ya de tanto cabalgar por el viento entraban por la puerta de atrás. Al ver esto, sin pensarlo muy bien, decidió abrir las enormes compuertas de un viaje, pero bastó que diera un paso para que todas las innumerables hojas salieran despavoridas expulsándolo fuertemente hacia afuera. Lo último que vio fue que volaban sin ninguna dirección, mohínamente casi sollozando un llanto melódico, preguntándose casi un por qué. Luego de eso, dice que despertó en su banco en medio de una importante clase y, ante la extrañeza del fin de su periplo, reaccionó de la forma más inconsciente e inesperada, sencillamente abrió su cuaderno. Era un gran sujeto, pero me cuesta creer el hecho de que haya sido un edificio vetusto y no uno post-moderno, más elegante,  aún así su relato fue inspiración para muchos.
Tiempo ha pasado desde que nos hemos quedado frente a él, tratando de que no escape. Le hemos sellado todas las posibles salidas y hasta el momento no ha cambiado en lo más mínimo. Hubo una vez que vino una tropa de carteles  azules que repletó cada rincón posible de nuestro mundo y se agolparon a las ventanas en un intento de romperlas para que nuestro prisionero lograra volar, pero rápidamente reaccionamos y logramos resistirlos; aún así perdimos a varios y cada vez vamos quedando menos. Resulta increíble ver como la Facultad ha sido invadida por esos anuncios con cruces y noticias llamativas, esas invitaciones a fiestas y cosas sin relevancia pero que todos miran. Cada día aparecen más e incluso están multiplicándose hacía fuera llegando a la calle, a la gran salida al mundo. Ya muchos automovilistas han colisionado por culpa de esta propaganda que se enquista a sus vidrios impidiéndoles una visión clara de la realidad.
La verdad es que desde hace tiempo que me quiero ir, tanta soledad, tanto ideal. Me siento cansado, cansado de luchar, y luchar por una causa perdida. Lo único que me mantiene despierto cada día es que si estás leyendo esto, es porque vencimos y que a pesar de la volatilización, de la voladora censura y del silencio abrumador respecto a nuestra existencia logramos aparecer, al menos en ti. Y así me voy contento, contento de cantar mi verdad y de saber que existí para alguien. Ojala que tú también puedas seguir velando este folleto, que con malicia me mira ahora, que tú también puedas cortarle las alas y apropiarte de él así como lo hemos hecho nosotros, ojala que tú también puedas hacer público este régimen de lo oculto.

sábado, 19 de junio de 2010

La realidad dual que constituye una realidad social

2

En el texto pasado hablamos sobre la dialéctica de los solipsistas y dejamos la pregunta en el tintero sobre el otro. Planteamos que tanto el Estado como Dios, entendidos como construcciones sociales y no como lo que pretenden significar vienen a ser el resultado de la comunicación entre solipsistas. Pero que sucede con el propio solipsista que ve a otro solipsista. Una gran interrogante que no me ha dejado de rondar, sobre todo al ver las atrocidades "inhumanas" de los humanos como las feroces matanzas y exterminios provocados precisamente por humanos "inhumanos" que con gran ironía nos decía Spaemann. ¿Por qué el afán de conquistarlo todo? preguntaba una amiga en clases, constatamos el hecho de que así lo desea constantemente incluso con el "otro" (de ahora en adelante cada vez que se escriba entre comillas se entenderá no por el solipsista físico y material sino al concepto que existe previo a él puramente formal e ideal tan infinitamente indeterminable he intotalizable como decía Levinas) Muchas pensadores (que ya van quedando pocos al parecer) han llegado a plantear que simplemente no vieron al otro, o que en su intento de verlo decidieron matarlo como intento de autoreconocerse en ellos o simplemente que el otro se manifiesta como un enemigo en potencia o peor aún, que esta en nuestra naturaleza ser conflictivos y querer dominar todo. Querer. 
Anteriormente hablamos de que aquella naturaleza que algunos con mucha autoridad osan definir o al menos en el ser humano es de un carácter ininteligible y que por lo tanto esa tesis la descartamos de lleno. No por un tema de que no sea posible, quizás nuestra naturaleza, nuestra ontogenesis, nuestro manual de instrucciones (tal cual como llega una lavadora a una casa) sea el de matarnos entre todos sobreviviendo los más aptos o el super-hombre de Nietzche pero verdaderamente no podemos estar nunca en la certeza de esto. Porque el hombre no se "creo" a sí mismo, es decir, no conoce de donde viene y con esto no me refiero a la respuesta que podrían dar de que venimos del mono y todas unas teorías de evolución que no responde al "de donde venimos" sino al "como llegamos hasta acá". Si se fijan, en la primera proposición se habla de un momento último y a la vez primario a todo y en la segunda habla de una situación anterior de una ya existente, desde la cual se intenta conocer a su antecesora pero aquello es imposible, porque no siempre hubo lenguaje. ¿Qué es lo que hace surgir al lenguaje y a la conciencia? Gran pregunta que se nos manifiesta de la misma manera que el "otro" de Levinas, como un deseo insatisfecho pero que se va multiplicando cada vez más a medida que más nos preguntamos. Esa naturaleza ininteligible tendrá que ver algo con con la pregunta que planteamos al principio ya que si sacamos al propio solipsista nato físico o sujeto de la propia idea o de la estructura o creación social que constituye su contorno (diferenciado de su entorno) en cierto grado independiente de él, entonces nos encontramos con la pura linea, pero no entendida como limite, sino como la silueta de ese alguien, aquella máscara que se nos muestra desde los ojos de otro solipsista. Y esa silueta o contorno resulta ser también de un carácter completamente ininteligible, resulta ser la idea de un "otro" indeterminable e infinito que sólo un yo existo es decir, desde otro solipsista, se puede crear. Me explico mejor, la verdadera significación del caracter "otro" sólo se la da un yo que se reconoce diferente de ese otro, de lo contrario, no existiría un otro sino puramente partes de un yo. El solipsista nato, o sea, aquel más básico y primario a toda persona se constituye al entender o al menos considerar la certeza del pensar (yo existo) como verdadera y eso definitivamente es algo natural y con esto no me refiero a alguna intencionalidad o sino errado que provendría de la naturaleza sino que es una condición con la que todos nos encontrados, incluso aquellos que pierden la memoria, sólo estoy manifestando tal hecho; ahora qué sentido tendrá nuevamente nos entrampa en la aporía de lo ininteligible. Entonces ¿hemos vuelto a caer en la pregunta que nos haciamos sobre el origen de la conciencia y el lenguaje? Claramente que esta pregunta es, como decíamos anteriormente, del mismo carácter que la pregunta por ese yo que aunque parezca absurdo, sin tener comunicación ni tampoco una conciencia, digamos histórica, de sí puede plantear la certeza del pensar del "yo existo" y por esto que le llamo solipsista, no por el hecho de que considere al mundo entero como una invención del yo, sino como aquel que la única certeza inicial o experiencia original que algunos le llaman es simplemente decir (sin decirlo obvio) yo y todo lo demás me parece dudoso o caotico, y justamente esto se debe a que en esta situación hipotética del comienzo, el hombre se encuentra sólo frente a la naturaleza ininteligible, incluyendo en ella a cualquier otro hombre que se le aparezca. Todo eso ajeno a su yo le da la posibilidad de la diferencia, de darse cuenta que no es controla por su yo sino que por "otros", por un Dios, por algún espíritu o algún Estado, o cualquier creación que se le quiera dar. Es decir, es con la posibilidad de distinguir la diferencia del yo (que no implica que sea conciente de ello) del no yo o de ese alter-ego cuando la comunicación y la conciencia nacen. Podrán decir que nuevamente me contradigo al tratar de dar uan respuesta a lo que antes consideraba ininteligible, pero aquí no estamos dando cátedra de como surge esa posibilidad de distinción sólo estamos tratando de plantear que es una condición necesaria para que surjan tanto la comunicación como la conciencia. Y podrá parecer completamente atrasada esta teoría, como un subjetivismo exacerbado y escéptico pero no es lo que se pretende, aquí nadie plantea que ese alter-ego depende del yo, sino que para que exista la distinción de ese "alter" tiene que haber antes un yo que se distinga a si mismo como un yo y así poder notar las diferencias con su entorno. Y no todo es yo y alter-ego, solpsista y naturaleza (cabe destacar que no porque el hecho de que la naturaleza sea ininteligible, los solipsistas sean su contrario, eso lo explicare más adelante) o contorno y entorno, sino que existe un tercer elemento que es justamente lo intermedio entre todas estas  dualidades de la realidad, que son justamente lo que tratamos de significar con las palabras "Otro", Dios, Estado, etc. que ya hemos repetido varias veces. Estas estructuras o creaciones sociales no son más que elementos con un pie en lo ininteligible y otro en lo cognoscible, dependiendo que queramos decir con ellos. Todos son conceptos que intentan caracterizar lo ininteligible, que claramente no tiene resultado en plenitud pero que nos sirven para conllevar nuestra vida. Y dependiendo de nuestra actitud frente a estas estructuras sociales ( ya que se crean habitando el lenguaje concientemente) que caemos en la resignación (o sumisión o creencia en ellas) o en la utopía (rebeldía e intento de zafarse de ellas pero que de igual forma termina creando unas nuevas). Entonces, para ir concluyendo, existe una dualidad en la realidad constante a raíz de la certeza de un solipsista del "yo sólo existo" (insisto que es una conjetura inicial, inacabada y completamente cierta frente a un mundo que se presenta como caotico) pero es cuando varios de estos solipsistas entran en relaciones sociales que se van forjando estructuras sociales como garante de ordenamiento entre los propios individuos, y estas estructuras dependen precisamente de que exista previamente una naturaleza ininteligible hermenéutica y unas conciencias que vayan re-interpretándola como fenómeno. Lo en sí aquí se nos aparece no como algo sin importancia, sino como aquello que funda justamente todo. Las personas que conocen relativamente (en otro momento explicare por qué) su entorno, diferenciado de un contorno, al entrar en comunicación, crean algo nuevo pero que sigue estando fuera de una sola conciencia, es por esto que digo que es en cierta forma ininteligible (porque sigue presentándose no como certeza sino como caos) y a la vez creado por seres de manera complemente no ininteligible, por qué. Será porque a medida que más nos relacionamos y conformamos un grupo cada vez más diverso, más se van eliminando nuestras diferencias y se generan masas uniformes y generalizadas, o sea, que la sociedad como máximo conjunto de estos solipsistas, resulta tener un en sí complemente inabarcable, sólo podemos conocerla mejor de manera sesgada. Entonces si volvemos a la pregunta inicial, por qué queremos dominarlo todo, debe ser por esta dualidad de la realidad, por esta conformación de un yo a través de su experiencia original del mundo, entonces buscamos o mejor dicho, tanteamos todo lo que se nos aparece para ver si lo podemos incorporar en nuestro yo o abandonarlo a la naturaleza. Al fin al cabo, usamos el pretexto de la diferencia para la dominación. El afán de dominar viene a ser una mala acción por el deseo de marcar nuestros contornos del entorno en que nos encontramos, creemos que al poder controlar esa naturaleza, que ingenuamente solamente resulta ser un falso control, podemos definir nosotros, desde nuestro yo, lo que es y lo que no es o incluso peor, podemos errar pensando que al dominar estamos logrando que el yo suprima de lleno a la naturaleza, suprima toda posibilidad de alteridad, intentando así eliminar el caos primordial pero que sólo conlleva mayor caos. 

lunes, 31 de mayo de 2010

La ininteligible naturaleza y la dialéctica de los solipsistas

0

El concepto de Naturaleza ha tomado variadas acepciones a lo largo de la historia, constituyéndose en la filosofía moderna como un caós bastante repudiable y aborrecido por los humanistas de la época que centraban lo educado e ilustrado en la auto-conciencia, en el pensar constante del ser humano siendo esta la principal característica del ser humano. Sin embargo, luego de que este racionalismo se radicalizara de una manera bastante racional a lo largo de la historia y se formulase concretamente en el subjetivismo que rondaría al ser humano específicamente ya con Kant, el concepto de naturaleza, de lo natural, se tornaría erróneamente a uno más bien ontológico. Resulta ser que la naturaleza del hombre se consideraría como sus raíces, aquello que viene al nacer en primera instancia (erróneamente), es decir, la naturaleza del hombre sería procrear, comer, cagar, etc. Todo aquello que el animal marginado hace de igual forma. Luego de que Descartes iniciara con su discurso del método toda una revolución del pensamiento humano, muchos lo malinterpretaron y se abocaron solamente al escepticismo puro, a dejar al pensamiento como único mandato y con Kant, con toda su gran separación entre los fenómenos y lo verdaderamente en sí, se corona este proceso al aceptar como el único camino teórico que quedaba era el de la subjetividad de cada uno. Completamente contrario a lo natural del animal, que quizás duda cuando se ve en un espejo pero no se cuestiona de lo que ve realmente existe ni que proceso mental tuvo que realizar para llegar a la anterior pregunta, aunque es dificil saberlo en nuestra calidad de observadores eso sí. A lo que quiero llegar es que siguiendo la lógica subjetivista, la naturaleza se nos presenta como lo contrario, siendo entonces una mera negación de algo dado por sabido como lo verdadero y correcto. Justamente en toda la ética deontológica de Kant se privilegiara al deber como lo recto del hombre, no a lo que es naturalmente correcto. No obstante, el subjetivismo sólo nos lleva a dos ambitos: la resignación o nihilismo; y a la vez la utopía o voluntad pura. Por un lado resignación al descubrir que no avanzamos nada desde nuestras cabezas, que al dudar de todo y al plantear lo bueno en algo tan elevado se vuelve irralizable en la práctica dando tristemente la aceptación de vivir de aparentes verdades; y por otro lado se nos manifiesta la utopía y el fervor ingenuo de creer que se puede apropiar de todo, de transformarlo todo, desde la pura voluntad de poder de Nietzsche.
 Pero aquí nos enfrentamos a un grave error conceptual que afectaría hasta a los más avezados estructuralistas post-modernos. La naturaleza no es aquella contraposición de la libre autoconciencia sino que va más allá de ella misma, y sólo es dada o entendida por quien la crea. Hablar de naturaleza es remitir al creador o a la teoría que responde a la pregunta por la creación del todo, aunque para el caso del hombre sólo puede remitir a alguien superior. 
No se trata de creer en Dios ni plantear la necesidad de él sino de manifestar abiertamente la imposibilidad de conocer nuestra naturaleza. Y en ello somos igual que todo ser viviente pensante. No sabemos si la pretensión de nuestro creador fue precisamente la reflexión y ser subjetivista por ejemplo. Otros me preguntaran por qué debe haber un motivo explicito en la creación, pero asumir la ausencia de ello es lo mismo que asumir la falta de importancia de lo creado, la nula carga de sentido de la misma la constituye como un mero accidente contingente a diferentes factores específicos dados. Por ejemplo la teoría de la evolución a pesar de niega a un creador que haya formado a la especie humana ya es una respuesta a la pregunta, existe una causa creadora pero su error esta en que no podemos atribuirnos sentido con ella, no podemos descubrir la naturaleza de nuestra humanidad precisamente porque se nos escapa de las manos, si planteasemos que solamente lo natural es sobrevivir y matar si es necesario con tal de preservar la especie ahí seguimos en el subjetivismo moderno, es seguir planteándonos la idea de que los hombres nos podemos definir nuestra naturaleza, nuestro modo originario de ser, cuando posiblemente no tengamos ningún modo escrito, una suerte del libre albedrío natural pero, no obstante no estamos en calidad de determinarlo por nosotros mismos por su carácter ininteligible. Entonces nos encontramos en un primer momento con una modernidad que se equivocó al malinterpretar a los grandes escépticos, al sentirse creadores de si mismos desde un subjetivismo que verdaderamente no creaba nada sino que resultaba una actitud meramente formativa  que no supo distinguir la diferencia entre lo que creamos y que o quien nos creo, entre lo que denotamos de las cosas y el significado que existió antes que nosotros. Y que conste que yo no hablo de un destino griego ni de un Dios cristiano que haya conformado todo, lo que planteo es que la pregunta ¿para qué vinimos a este mundo? ¿por qué somos? se nos escapan de las manos ya que no somos capases de conocer nuestra ontogenesis propiamente tal, sólo tenemos recuerdos vagos de una experiencia original pero aún así no tenemos el conocimiento ni certezas de algo absoluto.Incluso en el concepto de persona de Spaemann llegamos a esta conclusión y aqui si se ocupa bien el concepto de naturaleza al decir que la persona no es una característica sino que obedece a una característica de un titular siendo este el poseedor de una diferencia interna como la llamaría él, que básicamente se refiere a la capacidad del hombre de ser consciente como sujeto y a la vez abstraerse de sí conociendose como objeto, siendo esta dualidad lo que motiva al hombre a ser diferente, a separarse de su naturaleza pero no entendida como algo dado, como una naturaleza escrita y hecha de por sí conocida por todo hombre, al contrario la gracia de esta naturaleza, la gracia de aquello que se esconde detrás de las mil máscaras de la persona es que es incognoscible por el carácter ininteligible que hablaba anteriormente que posee, pero todos damos por hecho que existe gracias  todas estas vaguedades de nuestra memoria y porque por necesidad la debe de haber; y precisamente porque no podemos conocer nuestra naturaleza es porque actuamos, ya sea de forma desiderativa o racional ya que al quedar vedada dicha naturaleza al ser humano, al encontrarse con una aporía consistente, este queda ante dos caminos, por un lado resignarse en su búsqueda por ser incognosible y por otro, forjarse utopías, sueños de poder conquistar ese terreno inconquistable. Pero, sin duda, ambos caminos no llegan a una respuesta o al menos un acercamiento a nuestra naturaleza y es por esto que Levinas admite que el hombre no puede totalizado, sino que resulta ser infinito, precisamente porque sería asumir que el propio individuo se entiende y se explica a si mismo, no obstante este se le escapa en la realidad, y es este escape justamente lo que lo mantiene como humano, siendo la pregunta constante que genera más pregunta lo característico. 
El mundo, en cambio, si lo podemos entender, no necesariamente conocer de por sí, pero no va al caso ya que cuando me refiero a mundo remito a todo aquello creado por el hombre pero no a lo material en sí sino a lo que realmente tiene un valor para el hombre justamente, a las estructuras. Dicho mundo resulta ser comprendido porque nosotros le damos las reglas y es desde este mundo que podemos plantear la historia de la humanidad, no su ontogenesis más básica, sino su desarrollo y que justamente ha pasado por una dialéctica constante entre la resignación y la utopía, entre la tesis y la antitesis constituyéndose así mi dialéctica de los solipsistas donde comprendemos el relato de la humanidad como un constante traspaso entre dos momentos, por un lado uno en que se resigna el hombre y se niega a si mismo creyendo en las estructuras creadas y en otro donde vuelve a si mismo con la esperanza de poder, desde sí, darle respuesta a todo. Es decir, y retomando la pregunta central de este texto ¿Para qué somos? nos deja tres opciones, una sería darle una respuesta, la otra sería mentir que sabemos dando una falacia y la última constaría de no responderla y dejar que otros o que las estructuras mejor dicho, lo hagan por nosotros. Es así como al no hallar la primera opción nos hemos decidido a lo largo de nuestra historia por una y otra, alejándonos y volviendo sobre si mismos, creyendoles y legitimando estructuras para luego reprocharlas y destruirlas en un constante vaiven que no podemos determinar si ha sido el "más correcto" acorde a nuestra naturaleza original. Seguimos entonces un constante proceso circular que parte de utopías, de fe en sí mismo y de profundo subjetivismo representado por el solipsista que en un determinado minuto choca con las propias estructuras creadas de la relación de sujetos, no con el otro que sigue apareciéndonos como infinito e indeterminable por lo tanto de igual forma, dudoso; estas creaciones sociales se nos aparecen como dominadoras, como condicionamientos ajenos al ser humano, y es allí entonces cuando se cae en una resignación, en una inmovilización frente a lo construido por nosotros mismo. No somos lavadoras, que cumplen su función y ya, sino que ni siquiera tenemos la certeza de conocer nuestra naturaleza entonces menos vamos a cumplir o no algo, simplemente actuamos en un vaivén dialéctico tanto subjetivo (resignación-utopía) como inter-subjetivo (sujeto-construcciones o estructuras).
Lo que faltaría hablar respecto a este esquema filosófico sería ahondar en el "otro", a lo que apresuradamente me atrevería a plantear como una creación social. Pero dada la extensión de este texto lo dejaremos hasta aquí por hoy.

domingo, 23 de mayo de 2010

La connotación denotada

0

Se habían juntado tres amigos que hace mucho tiempo no se habían visto. Se conocían al revés y al derecho como se diría popularmente y simplemente por falta de tiempo que ya no se lograban reunir. De la alegría del reencuentro rápidamente pasaron a una euforia descontrolada donde a uno de ellos se le tenía que ocurrir la brillante idea que les cambiaría la vida. Cada uno escribiría en un papel lo que siempre habían deseado ser y lo llevarían puesto en la ropa por toda una semana. Lo que aparece simple siempre se torna maravillosamente complejo, así tienden todas las cosas del ser humano, y esta vez no sería la excepción. El primero escribió en el papel nada más que "Líder" y al volver al trabajo se encontró frente a varios problemas que nunca nadie le había encargado y precisamente porque nunca había mostrado liderazgo, ni mucho menos un papel con ello explicito. Si incluso el mismísimo gerente le consultó que hacer con los japoneses que exigían bajar el presupuesto de tal  proyecto, a lo que el Líder, perplejo por tanta confianza entregada, sólo le contesto que no lo bajara; por lo que el gerente muy orgulloso le dijo entre risas que por algo él era el líder de la empresa y no otro. La de finanzas se le empezó a insinuar y el molesto tipo de las fotocopias lo comenzó a tratar con respeto y cortesía, sin embargo, él se sentía igual. Pero lentamente se fue convenciendo de lo que decía su papel; casi por arte de magia se había convertido en un verdadero líder seguido por todos hasta llegar al minuto de no necesitar el papel, la mascara.
El segundo, en cambio, escribió "Honrado". Luego de una vida de descontrol y múltiples inmoralidades, sus cercanos parecían olvidar todo ello considerándolo ahora como un hombre recto y de buena fe. Le confiaban sus secretos y por más que este los divulgaba y los tomaba para la risa, la gente lo perdonaba y aumentaban las dosis de confianza hasta que llego a preguntarse a sí mismo si realmente era lo suficientemente honrado para merecer tanto cariño y entrega de los "otros" que siempre había despreciado y alejado, ahí fue cuando notó que aún seguía con el papel atado a sus ropas por lo que, poniéndose a prueba, decidió partirlo en mil pedazos, no obstante, aún así la gente lo enalteció y le confirió mucho respeto y cortesía. Agradecido del mágico papelito lo busco por la basura y reunió todas las partes dejándolas guardadas en un pomposo marco de cristal en medio de tantas fotos de buenos amigos que ahora tenía incondicionalmente. Finalmente llegó a la conclusión de que quizás, tan sólo quizás, él si podía ser una persona honrada por naturaleza; y desde aquel instante, en el que asumes la posibilidad, se despojó de toda mascara. Mejor dicho, se apropió de aquella mascara haciéndola suya, después de todo, nadie es libre de mascaras y a nadie, nadie le puede conocer; sólo las cambiamos y nos las cambian con relativa rapidez, siempre quedando vedado algo y a la vez dejando algo por encontrar. De ahí la historia se repitió como en el primero; se transformó en una persona llena de rectitud y honorabilidad, algo completamente inesperado pero absurdamente desiderativo y basta sólo ello, para que exista ya el enlace, el vinculo, la posibilidad de ser con el propio ser.

Y bueno el tercero... el tercero, luego de mucha reflexión en aquella lejana reunión, escribió cándidamente lo que deseaba ser, lo que más sencillamente anhelaba pero que jamás se había planteado  la posibilidad de serlo. Así, sin esperar lo que le iba a suceder, trazó las dulces letras que denotaban al sabio "Narrador".

sábado, 15 de mayo de 2010

Lo real es idéntico a lo aparente

0

Puedo flotar, volar por lo más alto y cabalgar por el viento insondable que recorre  todo el bosque. Ahí  estaba él, columpiándose tras el manzano. Con su mirada mohína y perdida observando, tan sólo observando al vacío, a la ausencia y omisión de su ya antiguo amigo. Se afirmaba de las cuerdas que cada vez sonaban más, cada vez infundían más temor al caer. Pero eso no le importaba, ya que él se columpiaba en el bosque, se lamentaba y agitaba sus piernas para tomar más vuelo. Se arrepentía de lo que hizo. Lo observaba a la distancia, el ya no era visto, el ya se había evaporado; mientras él iba y venia en un vaivén rodeado por la brisa que llevaba hojas amarillas de otoño; el viento de esa época, como olvidarle. Por qué, por qué tenía que ser el, por qué. Se preguntaba cuando ya sentía tocar al sol que ya comenzaba a descender por el horizonte. Por qué. Lo observaba y se alejaba, se escabullía entre medio del manzano para luego acercarse demasiado e irse nuevamente hacia atrás. Las cuerdas comenzaban a flaquear lentamente, sin embargo, él no lo percibía. No así el otro, que ansiosamente miraba el espectáculo, esperando que en un determinado segundo cayera. El muchacho que cada vez se elevaba más alto, y más alto, hasta que saltó. Parecía flotar. Parecía que volase inclusive. Parecía que cabalgaba en el viento de otoño por el bosque entero, incluso por entremedio de las vencidas cuerdas que alguna vez habían servido para un columpio, amarradas hace años a una rama del viejo manzano; en el que hoy un extraño se había sentado a columpiarse ingenuamente.

viernes, 7 de mayo de 2010

Medio-cres II

0

Nos hemos quedado en la mediocridad, aboliendo toda meritocracia (de la ideal) por muy utópica. Pareciera ser la utopía incluso hoy un adjetivo negativo en la sociedad, triste pero cierto porque la mediocridad no trae esperanza ni sueños sino que se mantiene en la mediocridad. El alumno que estudia para el 4 y lo consigue, no tiene ningún incentivo a buscar el 7 por qué sabe que no necesita del 7 para aprobar el ramo que corta en 4 precisamente. Y lo mismo sucede con la democracia, la dictadura de las masas, la mediocridad constituida por la mantención de la misma.  El término medio de la sociedad es el bien de todos justamente pero nos guiamos por el término mediocre que "algunos-hartos" estén bien y punto. Pero  lo que continua en la oración es que quedan "otros-pocos" que no consiguen ese bien, pero son minoría así que no importan, no se mencionan porque esta el glorioso punto de antemano. Señores, basta que exista un elemento en un conjunto para que todo el conjunto sea cuestionado, pura lógica clásica. Si dentro del conjunto de "las buenas personas" se haya unas cuantas personas que no cumplen tal regla entonces de inmediato ese conjunto debería cambiarse el nombre. Pero, sin embargo, lo que se opta es por eliminarlos o expulsarlos del grupo curiosamente, democrático después de todo si es que toda la mayoría estuviera a favor. 
Mis padres me decían cuando chico, cada vez que los hartaba de preguntarles ¿por qué tenemos la democracia? me contestaban resignadamente: "Porque es mejor que la dictadura, no es perfecta claramente, pero bueno es lo que hay" Y hoy reflexionando me da impotencia con nuestra generación, por la futura sociedad que queremos construir, aún con fantasmas del pasado sin avanzar. Ahora dejando de lado la opinión de mis padres y haciendo un sincretismo filosófico un tanto excesivo y paradójico ante la idea de término medio que quiero graficar, todos los autores, con sus diferentes matices y comprensiones del lenguaje plantean la idea de algo posterior a la democracia, un alcance a la verdad, a la utópica verdad de alguna u otra forma se descifra que el hombre esta en el impulso a algo más allá, por lo que la democracia como un sistema imperfecto y mediocre claramente no viene conformar estas ansias de verdadero término medio.

 Las masas son manipulables, los medios de comunicación manipulan, pueden ocultarnos de todo y ocultar todo, la economía controla nuestro vivir, la medicina controla nuestra muerte, y otras tantas estructuras sociales a las cuales les damos la legitimidad, el valor del señor a sabiendas que no son ni lo más cercano a la verdad  ¿Cómo no va existir otra vía? ¿Es que acaso la naturaleza humana o se mata a si misma o "vive" esclava?  Que mediocre sería existir entre esa disyuntiva no creen, que triste sentirnos obligados a elegir la segunda opción como un mal menor. 
¡No! Me rehúso a perder la esperanza, a olvidar aunque sea a una persona en el camino solamente para caminar más rápido, me niego rotundamente. Ojala algún día no necesitemos de los Estados y des-ocultemos el verdadero sino, el verdadero reconocimiento en el otro, completo y absoluto, sin esclavizarnos ni tampoco empoderarnos a costa de ello, todos venimos a vivir y si es así, como de hecho lo es, es porque esta en nuestra ontología el lograrlo; esta previa en la propia pregunta la esperanza, sólo queda volver a preguntarnos.  La utopía, estimados, es lo último que se pierde; precisamente porque es ese horizonte lejano y a la vez siempre a la vista, sea adonde sea que caminemos.