Miraba su bello rostro en esa espesa negrura. Ya no recordaba como había llegado a las orillas de ese río inmóvil y oscuro, bastó notar su reflejo para quedar prendado, para quedar completamente atrapado a ese extraño y fascinante espejo acuoso. Nunca me separaré de tí se decía a sí mismo sin darse cuenta del hecho que ese "de tí" era irreal e ilusorio, una vil apariencia de las infinitas que gobiernan este mundo aburrido. De hecho, ya había olvidado como solía ser aquel mundo, ya no era más que sufrimiento aquel vetusto lugar, aquella fase previa a la felicidad, porque ahora él se sentía pleno, por fin había encontrado su reflejo. Se acostó en el borde, maravillado ante las acciones de su alter-ego que aparecía como alguien entretenido y atractivo, lo que siempre había deseado ser. Se notaba que sabia gozar de la vida y no se dedicaba a preguntarse por la esencia de las cosas, se reprochaba a sí mismo él muy desgraciado. Deseaba ser como él. Deseaba ser lo que es.
Primero dejó caer su brazo y se asustó al ver que aquel admirado y pomposo hombre se borraba. Se tornaba difuso pero rápidamente volvía a la nitidez, luego de unos minutos el agua ya había vuelto a calmarse. Luego introdujo lentamente el pie izquierdo; sentía como por fin conseguía lo que estaba buscando, esa brisa que corría era sino su salvación. De pronto sonó un estridente sonido por lo que su reflejo huyó despavorido, al igual que él del charco. Al cabo de unos minutos, nuevamente volvió a acercarse a observar que ocurría en ese otro mundo, al que él siempre hubiese querido pertenecer. No, ya no estaba ahí aquel sujeto, se había hecho humo. Quedó intrigado por el sonido y por la desaparición del sujeto, de su sujeto. Observó por horas y nada ocurría, en eso llegó la desesperación. Hola que tal soy tu desesperación y te quiero decir que es tu culpa. Siempre lo ha sido. Crees que quedandote en la orilla, mirando como un cobarde desde lejos, podrás conseguir eso que tanto anhelas. ¿Qué no sabes qué es lo que anhelas? No me hagas reír, tu y yo sabemos bien que queremos en la vida o es que acaso eres de esos jodidos humanos que se preguntan por su existencia constantemente. ¡No! No me digas, con mayor razón entonces. ¡Es tu culpa! (se decía mientras tiraba una carcajada) Deberías ser irracional, deberías dejar llevarte por tu propia voluntad. Si al fin al cabo no hay nada más. ¿Esperanza? bueno si quizás para los débiles que la necesitan. Pero si vivir en la duda nunca ha sido más perjudicial para la salud hombre. Venga, arriesgue y logra lo que tanto quieres, Lo que tanto eres. Si él se fue, es por tu culpa. Se marchó porque nunca te arriesgaste o es qué no lo deberías hacer. Pues yo, no sé.
Se puso de pie y se sumergió de un viaje en la oscuridad.
Fue cayendo en un pozo muy profundo, al menos en apariencia, ya que fueron sus últimos segundos más largos de su vida hasta que se golpeo con un metal. No veía nada, sólo unas enormes luces que se acercaban a él a gran velocidad que lo cegaron en un instante. Escuchó gritos de mucha gente hasta que el tren lo arroyó sin piedad, su cuerpo se atascó en las ruedas que no lograban aún detenerse. Su cerebro se pulverizó y sus ojos reventaron al chocar su cabeza con el foco izquierdo de la maquina que al quebrarse dejó lo que quedó de su rostro lleno de cristales incrustados profundamente. Curiosamente su corazón se salvó, pero sus familiares no lo quisieron donar. Sólo eso faltó, sólo eso faltaba.
miércoles, 21 de julio de 2010
Suicidios indeseados
1Posted on 20:40 by Matías Valderrama Barragán
1 Confutación(es):
Bonito el cuento :D
Saludos
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