jueves, 30 de julio de 2009

Se desconoce el autor

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Apenas salía del colegio con Javier y Cristián, sus amigos de siempre, cuando empezó esa lenta cadena de sucesos absurdos e infantiles que siempre nos vienen a paralizar nuestras vidas. Conversaban de mujeres, un tema álgido en esa época, más aún si había por ahí algún amor imposible o una clásica cachetada mordaz que contar. Ese día era sobre Cristián, quién acababa de empezar su relación con Florencia, la bella y dulce Florencia. Sus pares lo felicitaron muy entusiasmados, llenos de alegría por su amigo, el cual se mostraba completamente diferente a como era hace unos años, un sujeto bien gris y amargo como en otro mundo, uno melancólico y solitario. Reían de las peripecias que hizo para conquistar la tierra prohibida, la piel de la encantadora mujer, esas cursilerías que le decía cada día y del insensato sometimiento que Cristián soportaba a veces. Burlas un tanto exageradas encuentro yo frente a todo eso. Pablo, un tipo de pelo castaño claro muy rutinario y serio, sentía un profundo dolor al ver la cara de su amigo enamorado, no sabía bien lo que era. Claramente, querido lector, que en él también había cierto ardor por la niña, la rubia de azulinos ojos, pero este si quiera se atrevía a pensarlo.

Tomaron la calle Libertad en dirección hacia el paradero de micros. La vereda era un tanto angosta y las paredes opacas, rayadas por autores anónimos que buscaban dejar alguna huella, tenían impregnadas un olor a orina inmunda sin contar lo múltiples semáforos caóticos, rejas oxidadas por el tiempo, locales de fritanga por doquier y edificios altos y oscuros de fondo, bastante derruidos por ese olvido continuo de la gente de sí misma. Poco quedaba de la calle Libertad de ayer, atrás quedaban esos aires una verdadera Libertad. Aunque ya Pablo estaba lejos de notar eso (tal lugar lo veía día tras día después de todo), el muchacho de ojos cafés estaba en otro mundo, se encontraba viajando por esos brazos níveos y delicados de la platónica y prohibida niña. Recordando aquellos juegos infantiles a donde iba a compartir con ella cuando niños, específicamente de la vez en que se cayó del columpio y él corriendo fue a…

-Ten cuidado Cristián, yo que tú me cuido del Pablo- Dijo burlonamente Javier jugando a balancearse por el borde del cemento. Al principio hubo un silencio. Luego un -Cállate oh, andai puro hablando tonteras, yo ya tengo una en mente. Y para que sepan, no es para nada tú mina, si esta es mil veces más rica que la Florencia- Dijo en un tono un tanto agitado y nervioso. A pesar de ello Cristián no quiso responder, en realidad lo sabía, conocía demasiado bien a su amigo para no darse cuenta de lo que pasaba. De ahí que la caminata se hizo molesta e incómoda con un silencio abrumadoramente obvio. Pablo no sabía que decir y lentamente con lo sanguíneo que era, se iba tornando como un tomate de la vergüenza. Por su parte, Javier parecía no haber captado que el rumor que le habían contado era cierto. Nunca esperaría que siendo uno de sus mejores amigos, osaría en mirar a la "Flor" con otra intención. Y un poco atrás se venía pensando Cristián, sintiendo una gran pena por su amigo, su novia nunca más tomaría siquiera en cuenta al Pablo, lo sabía muy bien pero aun así había algo que le hacía ruido de todo esto.

Pasaron muchos pasos y miradas esquivas por el frío pavimento cuando...

-Oh miren- anunciaba por fin Cristián viendo algo en una azul muralla de un edificio, un tanto más suelto y liberado al encontrar que decir. Efectivamente existía algo curioso que no dudaron en ir a mirar los otros. Infantilmente alguien había pintado con tizas de diversos colores un dibujo muy alegre y típico en los niños. Un sol sonriendo o más bien un circulo amarillo con una cara jovial, una persona café hecha de solamente líneas y unas nubes celestes también con una sonrisa enorme. El dibujo tenía su gracia, principalmente porque se encontraba en un espacio tan urbano y sucio como la calle Libertad, así que se rieron un rato y siguieron el camino, excepto Cristián. Quién con una mirada minuciosa investigaba las líneas y las sonrisas del lozano paisaje; le parecía muy bien ejecutado, casi como si algún Dalí o un Monart hubieran definido todo.

Pero la rutina debía continuar, así que para la casa compañeros.

Al día siguiente ya un tanto cansado luego de una clase de educación física feroz, Cristián se marchaba hacía su casa. Le dolía su tobillo izquierdo, el gordo Vilo le había golpeado duramente jugando a la pelota, era una bestia ese guatón pensaba el herido.

Le causaba un poco de curiosidad volver a ver la muralla del dibujo, había quedado con la sensación de no haber visto completamente la obra artística de tiza. Efectivamente seguía allí tal cual, pero no, espera así no era, había algo distinto en ella o al menos en los ojos del escolar. Como que notaba nítidamente ahora que los colores inundaban toda la muralla dejando una pintura ya no de niños si no de un tremendo pintor. La figura de la persona ahora tenía un cuerpo muy realista, con unos ojos cafés y un pelo castaño claro, su cara era un tanto alargada y muy pálida, tenía unas cuantas pecas en las mejillas y lo miraba en una alegre expresión. Parecía que la tiza ya no era tiza, sino algún oleo o acrílico muy fino, sin duda que era una obra maestra, digna de cualquier Luvre o Del Prado. Comenzaba, además, a ver un cielo cada vez más celestial, un césped tierno y suave que se movía con la brisa del viento cálido. Unas coloridas mariposas salían en los detalles de los magníficos tulipanes, al igual que unos enormes álamos crecían en el fondo del hermosísimo paisaje. Cristián ya alarmado, comenzó a mirar para todos lados a ver si alguien más notaba lo que él veía. Sin embargo, todos caminaban indiferentes como simples y antárticas marionetas, él era el único sujeto que lograba observarse.

Ahora el muchacho dibujado se movía, imagínate mi amigo, ¡moviéndose como un humano cualquiera! Sin perder nada de su realismo, de hecho se llegaban a mostrar sus músculos contraerse al comenzar su trote hacia donde estaba Cristián. Éste, en un gesto desesperado, se escondió en sus brazos creyendo que iba a golpearse con él, pero resultó que este se detuvo frente a él. Lo estuvo mirando un tanto decepcionado curiosamente mientras Cristián se maravillaba aún más con el detalle del muchacho, que debía tener su misma edad, además de su tan alegre rostro que le intrigaba su razón. Su mundo llegaba a ser luminoso y magnifico, casi en un idílico sueño de esos pocos que uno tiene en su vida. No dijo nada el niño de tiza, absolutamente nada, solo hizo una mueca de burla y miró hacia su derecha. De allí venía Florencia también hecha de coloridas tizas, sin dejar ningún detalle de su hermoso cuerpo fuera. Ahora ambas figuras ficticias miraban con una cara de intriga a Cristian, poco menos que analizando su rostro, su vida. Él era el observado y cuando cambia el observador, todo puede pasar.

Empezaba a notar que su Libertad ahora se volvía completamente gris, si es que alguna vez no lo fue tanto, y que cada elemento de la calle se tornaba oscuro y triste. Se nublaba el cielo y todos los negocios cerraban sus puertas. Corrió la gente en todas las direcciones, miraban al cielo preocupados, se avecinaba la tormenta de sus sueños. Pero Cristián ya no pertenecía ahí. Sonó un trueno atronador y comenzó a llover a cantaros, acompañado todo por un viento afanosísimo que se hacía escuchar. El sujeto y Florencia se ponían a correr por ese paisaje idílico sin ser nunca afectados por lo triste y deslucido del mundo "real". Se sentía agotado de observarlos, receloso de tal paisaje. Quería entrar, dejar toda racionalidad y recuperar lo que era suyo, pero ya el juego había terminado.

La lluvia llegaba a borrar toda huella o rastro de semáforos, de pavimento, de fritangas y de Libertad. Iba eliminando todo a su paso con tan solo tocar con sus gotas ese mundo, que se caía a pedazos cuando Florencia y el desconocido sujeto se besaban a lo lejos. Ya nada más quedaba, sólo una hoja en blanco y el pobre engañado mirando una pared. Ahí fue cuando una tiza humilde y frágil entraba en la descolorida pintura de un triste sujeto moribundo por el amor, para comenzar nuevamente el juego de crear y destruir de todos los días...

lunes, 27 de julio de 2009

Secretos que dan a luz

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-Esas cosas no se dicen- Nos solía decir el tío Abel. Yo no le hallaba la mayor gracia, después de todo era muy pequeño para entender ese tipo de cosas. Con el tiempo fui aprendiendo la gravedad del asunto. Le agarraba razón a sus palabras. Siempre lo tenía como un viejo loco a ese pobre tío Abel para luego darme cuenta que fue el gran inspirador de nuestras vidas. Bueno para Marta no tanto. Ella más bien quiso separarse de la familia. Inicio un proceso de aislamiento colosal. Su cuarto rosa, que con el tiempo pasó ser de un gris pálido, se fue llenando de telarañas y oscuridad. Mami Berta nos decía siempre que estaba bien que lo hiciera, que no era un buen ejemplo para nosotros así que mejor que se quedara ahí: -Por mí que se pudra allí si es necesario, uno debe pagar las cosas terribles que ha hecho en la vida y si no lo hace la justicia, lo termina haciendo tu conciencia- y luego se ponía fumar frente a nosotros. En cambio nuestro tío se preocupaba de como estaba mi hermana, él y solo él le daba comida por la mañana. Me acuerdo que cuando ya Nicolás empezaba a caminar Marta había dejado de comer. Los platos volvían repletos, intactos, fríos del cuarto. Yo en realidad no tomé atención esos días, estaba ya muy ocupado con mi examen de grado. Ya mi hermana era un recuerdo, ni siquiera eso, llegaba a ser una invitada en la foto familiar de hace ya 10 años. Yo era muy chico en ese entonces y nunca había entendido que había hecho para querer morir en dicho lugar. Me acuerdo que antes era una chica alegre, de un carácter firme, con una personalidad que ni te imaginas, figurate que hasta quería ser presidenta algún día y muchos lo veíamos bien viable. Nunca había sido un bicho raro. Quizás un poco hiper activa pero nada fuera de lo común. Mi tío Abel siempre nos decía que era una belleza de persona, parecía tener alas de lo buena que era. Y luego, cuando recordaba el suceso, se le ponía la cara triste, sus ojeras se le notaban como dos grandes cuevas lúgubre separadas por su nariz ya bien marchita por los años. Y claro Mami Berta partía con sus discursos de que era una ingrata, que se lo tenía bien merecido, que la había defraudado, etc. A veces pienso que si mi hermana hubiera sido como todos, nada de lo que paso hubiera sucedido. Primero fue Nicolás, ya tenía sus diez años cuando enfermó gravemente. Bastaron unas semanas para fallecer en su cama en forma de auto. Mi madre lloraba desconsoládamente, lo agitaba y lo agitaba pero no había respuesta. Todos estábamos muy tristes, fue un golpe muy duro para ella. Pobre de mi vieja que luego de unas semanas murió también de la pena. La pobre ya no tenía lágrimas para llorar y maldecir. De ahí mi papá comenzó a darme de todo. Casi como en un intento de consolación por lo perdido. Me decía siempre -Tu madre, tu hermano, solo me quedas tú, por eso te mereces de todo- Que habrá creído el viejo canoso de mi padre, qué con cosas iba a salvar a la familia, ojala hubiera sido así. Mi hermana por esos días ya no hacía ruido. De hace rato que todos la dábamos por muerta, pero nadie quería entrar. Ni siquiera mi tío Abel que ya cansado de recibir platos llenos le escribía poemas y cartas que misteriosamente aparecían respondidas. Nadie las veía a excepción de mi tío que caprichosamente las tomaba apenas salían. Mami Berta se ponía celosa constantemente, le exigía que la dejara en paz o se iba de la casa, sin embargo ninguna amenaza hacía que mi tío dejara esa rara relación con mi hermana. Hasta que ocurrió ese día. Ese maravilloso día. Luego que mi padre también cayera enfermo y muriera a los tres días, cuando yo estaba recién en primer año de universidad con una depresión enorme, hace 3 años. Me cuesta no llorar cuando cuento esto la verdad, pero es muy emotivo para mi tal suceso. Ese día mi tío Abel se decidió a entrar. Pasaron horas hasta que hubo un grito, de una mujer para sorpresa de mi tía y yo. Corrimos enseguida a la puerta, ubicada al fondo de la casa contigua al antiguo cuarto de mis padres. La puerta no abría. Con unas patadas la logre abrir. Y ahí estaba. Mi tío estaba pasmado ante la escena y mi tía rápidamente se acercaba a él asustada. Movía sus alas con gran elegancia. Era hermosa, angelicalmente hermosa. Se parecía mucho a mi madre. No se si era mi hermana ya, pero era bellísima. En sus brazos llevaba un bebé, muy parecido a mi tío y a mi padre. Ella, sin tocar el suelo, se acerco a mi tío, le entrego al niño y se fue sin decir nada. Su cuerpo desnudo me había dejado complétamente embobado y el niño ni hablar, era igual de bello. Lo nombramos Gabriel, en honor a su aparición, mi tía había parado de maldecir a mi hermana y ahora curiosamente no hablaba con su esposo. También ella murió a los pocos días tirándose desde un séptimo piso, fue horrible la escena. Gabriel fue la nueva luz de la casa. Nunca le quisimos contar de su aparición, mi tío sobre todo, se negaba tajántemente. El niño cada vez se parecía más a él, iba a ser igual de sabio e inteligente y eso me llenaba de alegría.

jueves, 23 de julio de 2009

Asegurate la corbata antes de subir al estrado

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¡El mundo lo hacemos nosotros, lo reconocemos nosotros!

Error. Si lo reconciéramos eso implica que existe un mundo externo que nosotros no creamos, solo lo recreamos y creemos a fe ciega que es tan real como el primero. Si tenemos ese pensamiento, de que nos vale vivir por un cambio si nunca estaremos en dicho mundo, nunca lograremos una paz con lo palpable y con lo teórico. El dualismo, dilema que afectó a grandes filósofos de antaño y no tanto, fue solo una muestra de la poca consideración hacia fenómeno humano y de sí mismos. El mundo amigo mio, es nuestro o al menos prefiero creer eso.

Ya olvídate entonces de la segunda frase y quédate con la primera, ahora sumate conmigo hermano a luchar por el mundo, a cambiar las injusticias, a mejorar la calidad de vida de los pobres.
Caemos nuevamente en un error si pensamos de tal manera. El mundo no se construye (tomando como mundo a la realidad) maravillosamente esta en nuestra conciencia, en la tuya y en la mía, este mundo. Kant tendría mucha razón, nuestra conciencia organiza el mundo que recibe a lo que Hegel le diría no señor, aun falta un poco más de filantropía, la conciencia del humano es mundo, es realidad. Entonces amigo mio, poco te queda por cambiar si el verdadero cambio no esta ahí afuera, en las mediaguas, en el barro si no que esta dentro de ti, esta tanto en tus ojos como en tus pensamientos. Más que luchar por cambiar las cosas, busca que no te cambien a ti. Busca que ese afán de mejorar las cosas no te sea removido, no te se imbuido por un sistema de consumo insensible y malintencionado por parte de pocos.

Bueno eso, ahora... ¿podemos ir?

Creo que no leíste nada querido lector.




miércoles, 22 de julio de 2009

Finalmente tú

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Acostumbro a despertarme de noche, ya que mi casa es una pocilga que es mejor no ver el desorden que tengo. Camino por sobre mi propia mierda. Así que sin luz ni nada realizo mi vida cotidiana. Suelo hacer ejercicio en estas nuevas maquinas del mercado que la gente dice que sirven para algo; para ser más sanos, para tener un mejor cuerpo. La verdad es que tanto lo superficial del cuerpo y la buena salud siempre los encontrado como algo banal, sin mucho sentido. Además, seamos honestos, estamos ahí sudando y girando la rueda sin ninguna razón, quizás por eso me llama la atención, quizás por eso te desconecta del tedio. Despues de todo que es el tiempo sino una invencion de nuestro miedo.
Gira, gira y gira. De seguro las hormigas si supieran lo corta que son sus vidas no trabajarían como lo hacen y se dedicarian a orgías sexuales o qué se yo. ¿O era que solo la reina podía hacer eso? ni modo, prefiero ser un ignorante que enterarme de que la realidad inmediata es demasiado real para ser  real, y que la realidad teorica es indemostrable como una otra realidad, o que lo infinito no existe con lo finito o que en realidad todo es lo infinito y lo finito es solo algo ideal y efímero por no decir ese eufemismo ya trillado: utópico. Maldito Hegel, me vienes a preocupar mi existir, siendo yo y tú tan leves...
En fin, como iba diciendo, luego de hacer el ejercicio matinal debo alimentarme, tenemos el carácter de la necesidad, de ese Ananké que hablaba Freud que nos pulsa a movernos aunque no queramos. Ando acostumbrado a los productos naturales, debido a que es lo simplemente que me cae del cielo no más. El gato me mira, qué pensaran los gatos. Bueno, en terminos de amoríos la verdad es que con la de al frente tenemos algo, pero como se dice: un caballero no tiene memoria... La verdad es que es un tanto arisca, no se si todas las hembras sean asi, como unas perras o putas que se yo, toda esa mierda que te dan por la tele servida en bandeja. Lo que es yo, con la de al frente la paso rebien, eso sí lo común es pegarnos sus coqueterías desde los barrotes de cada uno. Porque de yo poder salir, ni hablar. Vivo como en una jaula poco menos, como en ese libro de Kafka, detenido pero no preso. No he cometido ningún delito que yo sepa, aunque he oido que unos piensan que incluso antes de nacer ya nos merecemos esto, nacer. La oscuridad y la cárcel son para mí, pero de hecho, precisamente porque estoy aquí como que no pienso tanto en eso, digo, tengo un resbalin en el patio, ¿no te pasa a ti?... No, la verdad es que no recuerdo si tuve una esposa o hijos, creo que huyeron. Ojala pudiera yo. Hey, espera parece que ahí vienes, siento tus pasos, escucho tu respiración quejumbrosa. Sí, eres tú.

Si algún día logras decifrar y entender esto, te pido que me liberes. No hay peor soledad que la de vivir para acompañarte.

Palabras de un hamster ruso a su amo,
de un individuo a sus estructuras,
de un mortal a su Dios,
de un yo a un tú,
y tantos más.

martes, 14 de julio de 2009

9:29... ¿Qué hora es? (DaDaEhEh)

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La vida es... la vida es... mira no se lo que es la vida. Las maravillosas palabras, la nostalgica muerte y la tremenda confusión. Simbolismos, tautologicos por naturaleza. Pero pobre de él, ya que basta pisar un pie en el cementerio para caer en un hoyo oscuro y lobrego para ser enterrado de inmediato, ser comido por bicho cualquiera y terminar siendo tierra. Cosas que nos llevan a la real mierda bordeando a lo mejor de todo. Irreduciblemente grandes. Un cementerio con amplias paredes que lo protejen de cualquier hombre. Despierta hombre de poca fe. La muerte si se que es. A un amigo le sucedio. Aunque no falta quien logra saltarlas con algunos pies ficticios o unos resortes de mala muerte. Es parecida a la realidad. Siempre el sujeto deprimente que escribe en blogs color gris o negro cuales quiera. Que son si no simbolismos, sucias palabras, hermosos mensajes. ¿Es acaso Juán quién vino a caer ayer en el cementerio del ser? Putas baratas, uno les da dinero esperando amor. Si definitivamente era Juán. De esa mierda te hablo, si a tí, esa mierda que te hace sangrar y vomitar. La muerte es mejor que la vida, al menos la conosco más. Creo que el cementerio abrira a las 9:30. La vida es, sin duda, inseguridad. Amo el sabor de las dulces palabras sin sentido. Creo que se nos acaba el tiempo. Mira quien viene ahi si no es mi querido Juán. De anoche que tengo un malestar en las espalda. Apurate que ya van a cerrar. Y eso les pasa cuando quieren entrar aqui. Hoy me a tocado enterrar a dos cuerpos más, idiotas que intentan confutar sobre el ser sin tener ni la más minima idea de lo que es y de lo que no es.

domingo, 12 de julio de 2009

Luchando contra la quimera

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Siempre me ha gustado llamar a la utopía por una quimera, debido a la sencilla razón de lo épico que suena y el giro que torna la cuestión al llamar aquel subjetivismo de esta forma. Me recuerda que el único enemigo es uno mismo, y es uno quien se quema en sueños irreales, inalcanzables y mágicos. Por sobre todo mágicos. Y más que soñar con la utopía, debemos luchar contra ella, lograrla, hacerla realidad, enfrentarte a esa bestia de mil caras que reune todo en una palabra. Y cuando la embistes con tu lanza de algún loco en el camino, te das cuenta que es un sueño, sueño que te arde, te destruye pero que a la vez te mueve. 

Algo que te mata, pero que te hace sentirte vivo. 

Fue una fantasía maravillosa toda esta semana, como si Cortazar  o quizás algún Vargas Llosa estuviera narrando todo el suceso. Pienso que a veces es mejor no materializar nada, no dejar ni la más mínima huella, sepultar bajo la realidad todas las alegrías, angustias, cansancios que viví y dejarlas ahí no más, en la utopía. En esa quimera suspicaz y mágica que de la nada se pasea por mi alcoba, despertando del letargo de la rutina, acordándome de mis amigos que junto a mi soñaron, a todos aquellos que ayudaron a tocar lo inalcanzable para luego soltarlo y olvidarlo todo. ¿Para qué? para germinar en nuestros corazones el anhelo, la convicción de volver a alcanzarlo. 

¡Siempre el sueño, esta presente. 4º utópico, va al frente!

PD: Extrañaba escribir...