miércoles, 27 de mayo de 2009

Insólito

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La señorita, de al menos treinta años, me colocó su bello trasero en mi oculto falo en el metro, sin hacer nada yo. 
Fue una gran muchacha que mostraba esperticia en términos de seducción, que luego de mucho mirarme desde el tumulto concentrado en la puerta, se acercó a duras penas próxima a mi. Tocando mi mano en el fierro, en el que me sujetaba, iniciaba la extraña pero exitante persecución. Suelo ser muy sanguíneo y ya para ese momento estaba vuelto un tomate. La mujer, que ya se había dado cuenta se reía coquetamente acariciando mi mano indiferente aún. La observé fijamente, pensando que era un juego, pero ella seguía concentrada en su tarea. Separé mi mano del frió metal y me dispuse a mirar el reflejo que daba su sensual cuerpo por las ventanillas, que nunca han tenido otra  gracia más que esa en un túnel oscuro. Ella, dudando un momento, notó que Dios le mandaba una señal. Luego de bajarse un señor medio obeso, se había sacudido el ordenamiento del lugar. Para que pudiera salir el ancho sujeto debí posicionarme detrás de la susodicha animal. Tal conformación la excitaba de tal manera que sus ojos y sus labios iban mutando. Su instinto natural de apareamiento estaba haciendo su efecto debo reconocer y yo también comenzaba el ritual. Las esporas de los sexos se olían en el aire. No entendía como la gente no reaccionaba, era como para que el discapacitado de la esquina del vagón se besara con la intelectual del segundo asiento, o para que la morena escolar le mordiera apasionadamente el cuello al sujeto con pinta de prole que iba sentado en el piso del centro. Era sólo ella y yo quienes emergían sus sexos ocultos por los géneros. dios lo quería, no por nada comenzaba a llegar más gente y saturando el lugar, apretaba nuestros cuerpos. Ella gozaba con mi erección natural, su coqueta sonrisa se volvía en un gemido de una perra cualquiera. De hecho comenzaba a ver sus patas, de un pelaje suave, fleccionandose para lograr un mejor alcance a mi falo, realmente inaudito. que iba a ser yo señor, tenia a una animal suplicandome que me bajara los pantalones, cubierta de cartera y maquillaje. Sin duda el climax fue cuando esta iniciaba a mover su trasero ya unido a mi órgano genital. La fricción era tan placentera. Veía como le caía la baba a la sucia salvaje de la calle.  Sus gemidos generaban tal masturbación en mí. Que haría usted con tal espectáculo, más aun si era una que sabía como sacudir a un macho como yo. La hembra irracional, que ya no aguantaba más, ya estaba gritando como usted vio. Su cara de satisfacción al morderse los labios y cerrar los ojos, todo observado desde el reflejo, mostraban claramente la aceptación de la irracional hembra. Le prometo que fue así el hecho. Producto de eso creo yo se produjo la metamorfosis, fue después de eso que ella muto a ser una perra tal cual. Y bonita perra, hasta me dieron ganas de tenerla en mi casa como mascota, a los niños le encantaría. Así fue como ocurrió y no le crea a esas viejas estúpidas mal habladas. 
Defensa de un violador zoofílico.

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