Jugaba con los demás niños del orfanato cuando le llamaron por la gran noticia, pareció no importarle tanto, después de todo, el gran cariño encontrado allí lo volvieron muy apegado a todos quienes trabajaban en ese entonces. Sólo expresó una leve sonrisa y se fue a sentar en una parte alejada al resto, en donde se dispuso a observar a todos los niños como él, distinguiendo sus gestos, sus ingenuidades, sus sufrimientos ocultos y los otros no tanto. Pero eran niños, no se daban cuenta aún en el mundo en que vivimos, no se dan cuenta de lo que necesitan porque precisamente parecieran pertenecer a otro mundo, uno mágico y de “súper poderes”, uno enormemente alegre y divertido, donde cada cosa puede ser una aventura sin igual, son astronautas en planeta de cráteres y tribulaciones.
María le estaba enseñando como hacer un árbol de plastilina, aunque Ángel nunca había sido muy hábil en las artes ni con las mujeres, pero si tan sólo tenía siete. Luego del anuncio, y de que meditara quizás que cosa por su cabecita simplemente volvió a su labor, la niña lo seguía esperando un tanto trastocada por el duro cambio de ánimo de su aprendiz.
-¿Qué pasó?-
-El tío me dijo que me voy, me encontraron papas- María cerró los ojos y no dijo nada más. Javier que siempre quería llamar la atención destruyó todo vestigio del intento de árbol a lo que el muchacho con la niña, simplemente se fueron molestos al salón de lectura, ya que como el Javierito era más corpulento y alto, sólo les quedaba la opción de resignarse e irse.
-Eso quiere decir que te vas no cierto- De la nada le susurraba María a su lado.
-Sí, no quiero igual, me da lata-
-¿Lata?-
-Sí es que igual debe ser raro-
-La tía Alicia dice que es una bendición, una bendición de Dios-
-Pero no sé, debe ser aburrido-
-¡Ángel, para!-
-¿Qué?- Y al ver su cara se encontró con una María completamente distinta a la que veía a diario, una de sentimientos puros.
-Yo te quiero mucho- A lo que el niño no supo que decir, solo recibió el abrazo y el sollozo en silencio mientras no lograba escuchar lo que su amiga le decía.
-Tienes que venir a vernos, ojala que la tía “Sole” me lleve para tu nueva casa, te voy a extrañar harto- Le decía finalmente buscando sus ojos dominados por la confusión. Al parecer eso era el amor que decían que había en el 14 de Febrero por los aires, ese que tanto decían en la tele por los sábados en la noche cuando todo el orfanato se reunía a ver una selección de programas infantiles.
-Bueno ¿y qué debo decir?- A lo que María sorprendida le golpeó en el estomago y salió corriendo perdiéndose por el pasillo central entre lagrimas.
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